jueves, abril 18, 2024
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Control 2.0 contra Wikileaks

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“Wikileaks está publicando sin temor hechos que necesitan ser hechos públicos (…). Las sociedades democráticas necesitan medios fuertes, y Wikileaks es parte de esos medios”. Son las palabras de Julian Assange, fundador de Wikileaks. El responsable de la mayor filtración de la historia –al menos en cantidad, aunque algunos datos del cablegate ya fueran conocidos- ha sido detenido en Gran Bretaña por una sospechosa acusación de abusos sexuales en Suecia. El conflicto entre la libertad digital y los poderes convencionales estalla, y muchas empresas digitales se unen a la persecución contra la ciberrebelión.

El poder aumenta su acecho legal y las presiones para ahogar el funcionamiento de Wikileaks. El gigante del comercio electrónico Amazon dejó de alojar la web en sus servidores, la empresa de pagos en internet PayPal se niega a recibir donaciones en su cuenta Visa suspende los pagos a la organización. Todos se dan cuenta de repente de la violación de los términos de la letra pequeña de sus contratos. Crece el asedio a Wikileaks después de los ataques a sus servidores y de su necesidad de contar con otros (mirrors de otras organizaciones) para sostener su actividad.

El poder tradicional y el control 2.0 fustigan a la web que ha revelado los secretos diplomáticos o los abusos de las tropas norteamericanas en Irak o Afganistán. Cuando la libertad de los ciudadanos de todo el mundo aumenta gracias a las herramientas digitales, los gobiernos, los grandes grupos de presión y las multinacionales se alían para recortar las libertades.

Es la paradoja del control 2.0: cuando internet y las redes sociales se han convertido en el nuevo espacio público de la democracia, los datos y la actividad de los usuarios están cada vez más privatizados en manos de grandes empresas.

Cuando la libertad de expresión, información y creación aumenta con las herramientas digitales, el control de los contenidos y la identidad y datos de los usuarios se concentra en multinacionales como Google, Facebook, Amazon, Apple, etc.

El ciberespacio, el mayor espacio público de la historia, está en manos privadas. Muchas de esas compañías no resisten la presión del poder, como han demostrado los numerosos casos de censura acatada por algunas y la facilidad de la manipulación en servicios como Google News.

El sueño de la Declaración de Independencia del Ciberespacio despierta de su inocencia. Internet y la información digital empapan la realidad y los poderes luchan por controlarla con leyes restrictivas, propaganda y presiones a empresas obligadas a respetar las leyes de cada estado, y a menudo dóciles a cualquier presión por el bien del negocio.

Por eso el periodismo no está muerto ni debe estarlo. Assange reivindica el lugar de Wikileaks entre los medios periodísticos porque sabe que son los únicos con voluntad de resistir por el servicio público. Los únicos junto a ciudadanos, ciberactivistas y defensores de las libertades en todo el mundo capaces de enfrentarse al poder. Su enmienda al periodismo y la corresponsabilidad en la que ha embarcado a grandes medios con la gran filtración debe servir para mejorar la información y fortalecer a los medios responsables y volcados con la ciudadanía.

Libertad, información, transparencia y control ciudadano son imprescindibles para la democracia. La libertad, participación, debate y activismo digital son nuevos valores para una mejor democracia, pero internet no es ni debe ser independiente de la realidad. El gran desafío es unir y fortalecer la lucha de ciberciudadanos de todo el mundo para llevarla a la realidad en todos sus ámbitos.

Si a la hora de votar en las elecciones no se recuerda a los perseguidores de internet y sus amenazas. Si la mayoría del activismo digital acaba en las pantallas, no sirve. Es hora de apoyar, mantener y fortalecer en la realidad la rebelión digital. Los poderes se unen rápidamente con autoritarismo para perseguir a los ciudadanos incómodos. Contra el control 2.0, una ciudadanía crítica y comprometida.

Juan Varela

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