Después de clamar por la presunción de inocencia de los imputados por el ‘caso Gürtel’, el PP ha decidido cambiar de táctica y aplicar la presunción de culpabilidad a los policías que investigan la trama. «Seguramente -dice María Dolores de Cospedal- hay policías que han pretendido manipular informes». Puestos a acusar, es mejor el estilo de Francisco Álvarez-Cascos. Apunta a la «camarilla de Canillas» y dispara. Cospedal sólo ha añadido de su cosecha el «seguramente». Si trata de emular la dureza del general secretario, que se deje de adverbios.
Antes de que todos empecemos a ver ácido bórico por los rincones, la secretaria general del PP debería aclarar de qué policías habla y a qué informes se refiere. Para competir con los efectos que un sumario judicial provoca en la opinión pública hace falta algo más que pálpitos e injurias. Y también sería un detalle que demostrara si los agentes han podido hacerlo o no, ya que se trataba, según ella, de una mera pretensión. No vaya a ser que no lo hayan conseguido y estemos todos dándole vueltas a algo que nunca ocurrió.
La última vez que Jaime Mayor Oreja se soltó la melena a cuenta de una negociación con ETA, casi todo el partido se puso de perfil. Como la tormenta no amainaba, Cospedal salió dos días después a reconocer que el PP no tenía «ninguna prueba fehaciente». ¿Qué ha cambiado para que ahora no necesite ella aportar ninguna? Mayor Oreja, que no debe ser rencoroso, no se lo tomó a mal y también le ha echado un capote cuando le han preguntado por la trama. Dice que es «posible» que las fuerzas de seguridad del Estado se dediquen a fabricar pruebas. Que nadie se indigne, que no es seguro.
Luz Sanchis