He buscado un lugar adecuado, en las abarrotadas estanterías de mi despacho de trabajo, para el libro con el que, el pasado mes de noviembre, despidió el 2009 la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre. Tiene un título que refleja muy ajustadamente su contenido, Discursos para la libertad, y, contra lo que cabría esperar del ego de un político de éxito, no reúne discursos de la propia Esperanza Aguirre, sino una admirable selección de aquellos muy brillantes que se pronunciaron, por líderes muy diversos, en momentos especialmente críticos o decisivos, y que han contribuido a forjar el muy hondo compromiso de la presidenta madrileña con la libertad en su más amplio sentido y con las libertades que han permitido el progreso de la humanidad. He situado el libro muy a mano de mi mesa de trabajo, entre El camino hacia el poder de la gran Margaret Thatcher, y los Rasgos de valor del inolvidable John F. Kennedy, y muy cerca también de Los guardianes de la libertad de Noam Chomsky y Edward S. Herman, de La velada en Benicarló de Manuel Azaña y de los Ensayos liberales de Gregorio Marañón.
Queda, pues, claro mi criterio de que este admirable trabajo de Esperanza Aguirre no es un libro de partido sino un excelente canto a la libertad desde el compromiso con este valor esencial que une no sólo a los liberales militantes de cualquier signo ideológico, sino a todos los que creemos que la libertad es la última e insuperable de las razones políticas. No es en vano que este libro de Esperanza Aguirre lleve un ajustado subtítulo que es toda una proclamación: ‘Momentos que forjaron la civilización occidental’.
La selección de 18 discursos que comienza con La oración fúnebre de Pericles, reconstruida por Tucídides, y sigue con la Apología de Sócrates de Platón y la Primera Catilinaria de Cicerón, nos conduce desde la memoria clásica hasta lo más actual. Ahí están el discurso de Edmund Burke a sus electores de Bristol, o el inolvidable «Dame la libertad o dame la muerte» de Patrick Henry, y el Discurso inaugural de Thomas Jefferson, o el «Sangre, sudor y lágrimas» de Winston Churchill. No podían faltar dos muy emblemáticos discursos de Ronald Reagan, el Tiempo para elegir, pronunciado en 1964 ante la convención republicana, y el pronunciado en junio de 1987 en la Puerta de Brandeburgo, 24 años después y en el mismo lugar, como quiso recordar, en que John F. Kennedy prometiese a los berlineses y alemanes libres que el muro criminal caería y también a los alemanes del este les llegaría la libertad. Y desde luego no podían faltar los inolvidables discursos pronunciados por Margaret Thatcher el 10 de octubre de 1980 en el congreso conservador de Brighton y ante el Colegio de Europa, de Brujas, el 20 de septiembre de 1988, así como el valiente y comprometido discurso que Juan Pablo II pronunció el 23 de marzo del 2000 en el Memorial del Holocausto de Israel.
A lo largo de las páginas de este libro, que es un esfuerzo intelectual riguroso, comprometido, plural y abierto, descubrimos, por sus referencias literarias y políticas, a la verdadera Esperanza Aguirre, tan distinta a la que describen sus irascibles adversarios políticos. Descubrimos a una mujer con coraje político pero también con rigor intelectual, enamorada de toda la libertad en su más amplio sentido, no sólo de las libertades de mercado, sino también de las libertades civiles. Descubrimos alguien en quien probablemente se puede confiar, como reiteradamente lo vienen haciendo los madrileños en sucesivas consultas electorales. Leer este libro de la presidenta de la Comunidad de Madrid no sólo es un gratificante ejercicio intelectual, sino la mejor forma de conocer a la verdadera Esperanza Aguirre, tan distinta de la ruin caricatura que se empecinan en querer difundir sus enemigos, ya que no adversarios, políticos.
Carlos E. Rodríguez