miércoles, abril 24, 2024
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Política en los tribunales

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Acudir a los tribunales de Justicia es un recurso legítimo para dirimir conflictos que afecten al cumplimiento de la ley, pero no puede ser una disculpa para eximirse de las propias responsabilidades o, simplemente, para hacer daño. Los tribunales y la propia ley deberían considerarlo para que no se abuse y se desvirtúe su papel más allá de las consideraciones formales en las sentencias o autos judiciales sobre la ausencia de total fundamento para algunas demandas o querellas. Este jueves, en Francia, se desmontó, con la absolución del antiguo primer ministro Dominique de Villepin, una sorprendente persecución política en la que participó hasta el presidente de la República representado en el caso por su abogado como víctima de una trama de falsos listados de sospechosos cuentacorrentistas en el extranjero. Quizá la absolución favorezca las aspiraciones políticas de Villepin, pero el resultado final debería también penalizar a los instigadores de una suerte de venganza política.

En España, cada vez más, nos balanceamos de un extremo a otro. Un recurso perfectamente legítimo y razonable, como el presentado por el PP contra el Estatuto de Cataluña, se ha venido planteando como una operación contra la democracia, ya que el texto fue aprobado en las Cámaras autonómica y nacional y en referéndum. La conveniente argumentación de los defensores de la constitucionalidad del Estatuto, si es que eran capaces de hacerla, se ha sustituido por la demonización de la decisión de acudir al tribunal competente. Se judicializa la política, dicen, cuando la realidad es que, en casos como éste, no queda otro recurso que acudir a un tribunal que, por cierto, no forma parte del Poder Judicial. En el otro extremo, esta misma semana, al hilo de la polémica sobre los almacenes de residuos nucleares, se ha sugerido que, en el caso de que el Gobierno se inclinara por alguno de las candidaturas de Castilla-La Mancha, el presidente regional recurriría al Tribunal Constitucional. Pasmoso. Eso sí que sería, otra vez a la espera de argumentos convincentes, el intento circense de politizar el tribunal. No aprendemos.

Germán Yanke

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