El dirigente de la ilegalizada Batasuna exhibe ante la Justicia española su fe en una solución «negociada» para superar el «conflicto vasco», en su comparecencia en un juicio en la Audiencia Nacional. Y asegura solemne: «Mis intervenciones siempre son en términos políticos. Lejos de realizar apología o enaltecimiento de las soluciones violentas» -durante el homenaje al etarra José María Sagarduy en 2005-, «lo que hice entonces y ahora es una apelación permanente a una solución pacífica».
Otegi quiso aprovechar el juicio para hacer un alegato político: «Lo único que demando son condiciones de igualdad. Si el pueblo vasco decide democráticamente seguir siendo parte del pueblo español la izquierda abertzale lo respetará», aseguró. Al parecer, la clave está en la «decisión democrática», que para Otegi no es la que se ha manifestado en las urnas desde el inicio de la democracia. Mientras tanto, cabe deducir, la izquierda abertzale de la que es portavoz no respetará esa situación. Por eso la banda terrorista ETA mantiene en su punto de mira a los adversarios políticos.
«¿Condena rotundamente la violencia de ETA?» -le pregunta la juez Ángela Murillo tras esta disertación pacifista. Y Otegi se vuelve lacónico: «No la voy a contestar»
El brusco diálogo pone punto y final a los razonamientos políticos de Otegi, y disuelve la escena. La abogada había pedido permiso al Tribunal para que el portavoz abertzale bebiera agua, momento en el que anunciaba que su defendido se encuentra en huelga de hambre desde el pasado lunes. «Como si bebe vino», respondió la magistrada.
Otegi anuncia que el debate interno se va a hacer público en las próximas semanas y se refiere así a su compromiso político. «He militado y seguiré militando en la izquierda abertzale hasta que me queden fuerzas y vida». La épica decae ante el brusco silencio para condenar a ETA. También otros (adversarios) querían tener fuerzas y vida.
Chelo Aparicio