La matanza de Bruselas vuelve a traer a todas las portadas uno de sus barrios: Molenbeek, una zona residencial de la capital belga en la que ha estado escondido durante cuatro meses Saleh Abdeslam, uno de los autores de los atentados de París. Un lugar “seguro” para los terroristas, considerado un gueto por muchos, desde el que se han preparado atentados en toda Europa o los terroristas tenían contactos para protegerse.
En España hay barrios y zonas con características coincidentes con este distrito bruselense: un gran número de residentes musulmanes, mezquitas (legales e ilegales), proximidad a los centros urbanos y una proliferación del discurso yihadista entre sus residentes jóvenes. Zonas abigarradas, a veces con infraviviendas, que se han ido convirtiendo en guetos urbanos donde la chilaba no es exótica y se llega a ver el terrible burkha. Lugares como la célebre barriada de Príncipe, en Ceuta.
Varios barrios situados en zonas de Cataluña, Ceuta y Melilla están considerados como puntos calientes por los expertos de la lucha antiterrorista. Estas áreas constituyen el principal campo de acción para los servicios de Inteligencia, cuyas operaciones sirven a las fuerzas de seguridad para cortar cualquier conato de actividad yihadista antes de que la amenaza pase a mayores. Fruto de esa actividad, desde 2004 se han practicado en España más de 600 detenciones en 153 operaciones.
Ese modus operandi, defendido por la mayoría de expertos antiterroristas, es lo que diferencia la labor de las fuerzas y cuerpos de seguridad de España frente a la de un país como Bélgica: la capacidad de la Inteligencia en España, con agentes preparados y accesibles, medios materiales y especialistas que gestionan la información con celeridad. No obstante, las fuentes consultadas insisten en que la seguridad total no existe.
El trabajo de campo de estos agentes consiste en trabajar con discreción en estos barrios, algo muy complicado porque predominan sociedades muy cerradas. El control de los asistentes a las mezquitas y las ideas y venidas de los guerreros de la yihad de Siria o Irak a España de nuevo. Son considerados héroes en sus comunidades y su prédica es devastadora, ya que llegan tremendamente radicalizados y tras haber participado en acciones de combate extremadamente violentas en los frentes del DAESH.
En Madrid: Lavapiés y Tetuán
En la capital de España no se puede hablar de la existencia de “un Molenbeek”, según fuentes policiales, aunque se estudian los movimientos en los lugares con mayor concentración de población musulmana y mezquitas.
Lavapiés es uno de esos barrios. Allí el Observatorio de Pluralismo Religioso en España recoge la existencia de cinco mezquitas, de las 39 registradas en la capital. Sin embargo, esas mismas fuentes policiales hablan de hasta siete u ocho, algunas de ellas ilegales. Para la prédica islámica no es necesario un edificio sacralizado, como ocurre con la religión católica. Garajes, locales comerciales o trastiendas en el populoso barrio de Lavapiés se convierten en centros de oración clandestinos, donde se predica la yihad frecuentemente.
En cualquier caso, la Policía lleva a cabo un control bastante amplio de todos los movimientos que allí se desarrollan gracias a una amplia red de informantes. Esa es, de hecho, la estrategia que siguen los servicios secretos españoles: conocer qué ocurre en las mezquitas y llegar a tiempo a los lugares donde el mensaje radical está presente.
En estos lugares, también se rastrean las fuentes de financiación de las redes radicales gracias a la venta de drogas y a las falsificaciones. Las fuentes consultadas sentencian que quienes van a comprar a Lavapiés productos ilegales o de imitación pueden también estar financiando, sin saberlo, a una red yihadista.
Tetuán es otro de los puntos con especial atención en la capital. Se trata de un barrio con mayor concentración de personas de religión musulmana, en el que hay tres mezquitas prácticamente en la misma calle. También de alta densidad de población, las mezquitas irregulares proliferan por sus calles, estrechas y de planta antigua e irregular.
Cataluña: Barcelona y su área metropolitana
Las operaciones contra el yihadismo en España han sido incensantes desde el 11 de marzo en España y Cataluña es uno esos puntos neurálgicos, según explican desde la Jefatura de Información de la Guardia Civil a Estrella Digital. Allí hay una gran influencia del salafismo, una de las corrientes más radicales del Islam, también por el gran índice de inmigrantes procedentes de países donde esta tendencia tiene más influencia.
Un tercio de los presuntos yihadistas detenidos entre 2013 y 2015 en toda España fueron arrestados allí, según un análisis de este fenómeno realizado por Fernando Reinares para el Real Instituto Elcano. Y de los 83 de los detenidos desde el 1 de enero de 2015 hasta febrero de este año, casi la mitad (38) fueron capturados en Cataluña, fundamentalmente en Barcelona, Mataró y Badalona.
En la capital catalana, la mayor concentración de mezquitas está en el Barrio Gótico y El Eixample. Uno de los barrios emblemáticos de la ciudad, el Raval, es un centro de concentración de población paquistaní. En esta zona absolutamente céntrica y aledaña a la rambla se han producido espectaculares operaciones policiales contra elementos yihadistas dispuestos a actuar contra, por ejemplo, el metro de Barcelona.
Ceuta: El Príncipe Alfonso
En Ceuta hay varios puntos calientes. Los dos 'Príncipes' o el barrio de la Pantera son las zonas que concentran una mayor atención policial debido a los movimientos de radicalización detectados.
Aún así, la fama televisiva del barrio de El Príncipe Alfonso no es casual. Allí se concentran el 90% de las operaciones policiales que se llevan a cabo en la Ciudad Autónoma y la presencia de los servicios de inteligencia y de informantes han permitido atajar hasta ahora numerosos intentos de organizar movimientos radicales. Era el reducto en que vivía Ahmed Abderraman, conocido como «el talibán español» por su paso por el penal de Guantánamo, recientemente detenido como miembro de una célula también dispuesta a actuar en breve plazo en Ceuta. Su célula también reclutaba yihadistas para las filas del DAESH que iba a la «guerra santa» de Siria.
La población musulmana de origen más humilde, llegada del vecino Marruecos, se concentra en estas calles con muchas infraviviendas, con los servicios básicos mínimos, a veces inexistentes según el área. Lo mismo sucede con lugares como La Cañada de la Muerte de Melilla, escenario también de varias acciones policiales contra el islamismo violento.
Las claves de la radicalización
Hay aspectos que pueden favorecer el auge de radicales que ganan adeptos a su causa. En España, además del control de los servicios de información, fuentes policiales de la lucha antiterrorista explican que la integración de inmigrantes de religión musulmana ha sido distinta que en Bélgica.
Las instituciones presumen de haber distribuido ayudas sociales y subvenciones para tratar de integrarlos y evitar, en la medida de lo posible, la creación de guetos. Además, la presencia de inmigrantes en España es más reciente que en países como Francia o Bélgica, donde segundas y terceras generaciones ya han crecido como nacionales del país.
En el caso de Bélgica los expertos parecen tener claro que el trato a esos «hijos de la inmigración» y el favorecimiento del modelo de guetos no ha ayudado en absoluto a eliminar estas tendencias.
El periodista belga Dirk Hermans cree que lo ocurrido en el barrio bruselense de Molenbeek es una «clara demostración de fallo del sistema político”. Los belgas están “pagando ahora su ignorancia y rechazo a los jóvenes inmigrantes”, resalta.
“Hace 25 años muchos especialistas advirtieron a las autoridades de que había que preocuparse por la situación de estos jóvenes”, explica. Ya entonces estaban convencidos de que iba a ser “una generación perdida”, también por culpa del sistema laboral y de las empresas belgas, “que rechazaron dar un trabajo a quien se llamara Mohammed, Ali o que tiene cualquier otro nombre musulmán”.