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Adicciones invisibles: cómo el móvil, el porno y las apuestas atrapan a los jóvenes

La otra pandemia silenciosa. Cada vez más jóvenes presentan síntomas de adicción conductual sin ser conscientes de ello

Adicciones invisibles
Adicciones invisibles

No se inyectan nada, ni compran sustancias en la calle, pero están atrapados. El 67% de los jóvenes españoles entre 14 y 18 años usa el móvil más de cinco horas al día, y el 30% reconoce que le cuesta dejarlo incluso cuando duerme, según datos del Plan Nacional sobre Drogas. A esto se suma el crecimiento de adicciones más silenciosas y menos visibilizadas, como el consumo compulsivo de porno o las apuestas online.

No se trata solo de ocio digital; es una pérdida de control, una desconexión del entorno físico que genera ansiedad, irritabilidad y bajo rendimiento escolar o laboral.

Apuestas online, accesibles y normalizadas

Plataformas como Bet365, Codere o Kirolbet se han convertido en nombres familiares incluso para menores. Aunque en España está prohibido el juego para menores de 18 años, el 17% de los adolescentes ha apostado alguna vez online, muchas veces utilizando identidades de adultos o con la complicidad de su entorno.

Los efectos son devastadores: deudas, trastornos de ansiedad, ludopatía temprana y conflictos familiares graves. El anonimato de internet y la recompensa inmediata convierten al juego digital en un peligroso cóctel para cerebros aún en desarrollo.

Pornografía

Otro foco crítico es el acceso ilimitado a la pornografía. Según un estudio de la Universidad de Baleares, el 73% de los jóvenes ve porno antes de los 14 años, y más del 90% reconoce que no ha recibido una educación afectivo-sexual formal.

Esto no solo distorsiona la percepción sobre las relaciones, sino que puede generar dependencia emocional y física, dificultades para establecer vínculos reales, disfunciones sexuales y consumo cada vez más extremo para obtener estímulo.

Móvil y redes, la adicción más normalizada

Redes sociales como TikTok, Instagram y YouTube se llevan la palma. El modelo de “scroll infinito” y recompensas constantes en forma de likes o notificaciones alimenta un circuito de dopamina que engancha de manera similar a una droga.

Muchos jóvenes no pueden dejar de mirar el móvil ni cuando están con amigos. Algunos experimentan ansiedad cuando no tienen conexión o batería. La nomofobia —miedo irracional a estar sin el teléfono— ya tiene nombre propio y afecta especialmente a los menores de 25.

¿Cómo detectar el problema?

Los signos de alarma incluyen:

  • Dificultad para desconectarse voluntariamente.
  • Aislamiento social o irritabilidad cuando no hay acceso a la pantalla.
  • Descenso del rendimiento escolar o profesional.
  • Mentiras sobre el tiempo de uso o sobre pagos realizados en apps o juegos.

Prevenir, regular y acompañar

Especialistas coinciden en que la prohibición total no funciona, pero tampoco la permisividad. La clave está en el acompañamiento, los límites razonables y la educación emocional y digital desde la infancia.

También se demandan medidas legislativas más estrictas para las casas de apuestas y campañas de concienciación desde las propias plataformas tecnológicas. Algunas comunidades autónomas en España están empezando a integrar programas escolares contra la adicción conductual, aunque aún de forma desigual.

Un problema generacional… y social

Estas adicciones invisibles no solo afectan a los jóvenes, pero sí los golpean con más fuerza porque su identidad y su cerebro aún están en desarrollo. Si no se actúa, corremos el riesgo de tener una generación hiperconectada, pero profundamente sola y dependiente.

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