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Lo que en el País Vasco es posible...

El documento político que firman los socialistas y populares vascos supone un acontecimiento con consecuencias; algunos dirán que viene impuesto por la aritmética, por el resultado de sumar 38 asientos en el Parlamento de Vitoria, pero hay determinados contenidos en el documento y en los personajes que han intervenido en su redacción como para estimar que se trata de un "salto adelante" que abre más oportunidades.

El documento tiene el carácter de contrato y fija objetivos y límites a las dos partes. No es la primera vez que ocurre algo semejante, los populares también firmaron en 1996 sendos documentos con los nacionalistas vascos y catalanes para poder gobernar con minoría mayoritaria en el Parlamento de Madrid. Aquellos documentos sirvieron y dieron resultados para las partes mientras la aritmética parlamentaria les obligó a ello. A la fuerzan ahorcan.

Es lo que ocurre ahora en el País Vasco. Los líderes de ambos partidos en ese territorio han firmado lo inevitable, lo necesario, que va a suponer para ambos una posición de poder e influencia en las instituciones vascas. Las consecuencias del acuerdo significarán una renovación profunda de la política vasca, lo que se llama "dar la vuelta a la tortilla".

La voluntad del pacto es que dure, al menos hasta que otras elecciones modifiquen la relación de fuerzas. Como ocurrió con el primer Gobierno Aznar y sus alianzas con los nacionalistas. Otras elecciones y otra mayoría hicieron decaer los acuerdos y los firmantes volvieron a romper cualquier relación de cooperación.

Que una diputada del PP que no habla euskera ocupe la presidencia del Parlamento de Vitoria evidencia cambio y remueve los sentimientos de los nacionalistas. Y que un socialista apellidado López sea el jefe del Gobierno vasco tanto o más aun. A principios de mayo habrá nuevo Gobierno votado por una Cámara renovada en la que los nacionalistas van a ser minoría.

El acuerdo vasco no puede dejar indiferentes a los protagonistas de la política nacional, la convergencia socialistas-populares es más consistente de lo que aparentan sus dirigentes declarativos, y ambas parten tendrán que tener presente que no se puede cooperar un rato y descalificarse después. El acuerdo culmina un largo periodo de recelos y desconfianzas y obliga a pasar página. El socialista guipuzcoano Jesús Eguiguren, que fue persona clave en las polémicas conversaciones con ETA de la pasada legislatura, lo ha sido también en esta negociación, lo cual pone de relieve que lo que parecía imposible se convierte en posible con un pequeño cambios de referencias. En política "nunca" quiere decir "nunca, pero mañana ya veremos".

La cuestión ahora es el desempeño de ese Gobierno y el acuerdo que le sustenta. Un buen entendimiento el País vasco no puede coincidir con una oposición a cara de perro. Se notó anoche en las respuestas de Rajoy en el programa de TV1, mucho más prudentes y pacíficas que las de sus colaboradores más cercanos.

Fernando González Urbaneja

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