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España logró en 2006 su primer título mundial de baloncesto

El combinado de Pepu Hernández arrolló a sus rivales en la primera fase (Alemania, Angola, Nueva Zelanda, Japón y Panamá) y afrontó frente a Serbia y Montenegro su primer test serio en octavos de final. Los españoles salieron victoriosos por 87-75 y llegaron a cuartos, donde esperaba el equipo lituano, que tampoco fue rival para España (89-67).

Las semifinales del 1 de septiembre medían a Estados Unidos, gran favorita al título, con Grecia y a España con Argentina. Y los aficionados españoles que madrugaron para ver a la selección se encontraron con una gran sorpresa. Los helenos se habían impuesto a los norteamericanos (101-95), por lo que el oro parecía más al alcance de la mano que nunca. En un final de infarto, España certificaba su presencia en la final (75-74).

Una final perfecta

La selección arrolló al entonces campeón de Europa con un juego de manual. Una final perfecta, una noche de ensueño para situar el baloncesto de casa al frente del planeta basket. España lo ha bordado. Sin Pau, pero con Marc; sin partir como favorita en los pronósticos, pero como lo que es, como el mejor equipo del orbe.

Desde el primer hasta el último jugador; desde Hernández hasta el último de sus ayudantes; todos los miembros de esta familia que forma la selección han buscado la gloria con el corazón, aunque sin perder nunca la cabeza. Al revés, han ejecutado un plan táctico de libro con una frialdad pasmosa. Parecía lo más fácil del mundo. Y en baloncesto lo que parece más fácil es lo más difícil. Hay que ser unos fuera de serie para jugar como lo han hecho los jugadores de La Roja. Grecia, un bloque en el sentido más amplio de la palabra, una tropa aguerrida especializada en llevar los partidos a su ritmo y manejarlos a su antojo bajo las directrices de Panagiotis Giannakis, un mago de la pizarra y de la estrategia, siempre ha bailado al son impuesto por el equipo español a partir de una defensa perfecta.

La mejor defensa del mundo. Porque ningún equipo de este campeonato y tampoco del pasado Europeo de Belgrado que acabó con el oro en manos griegas ha descompuesto al combinado heleno igual que en Saitama la tarde-noche del 3 de septiembre de 2006, una fecha que ya es historia imborrable para el baloncesto y para el deporte nacional. Habría que revolver en el pasado para intentar encontrar una exhibición semejante de una selección española de cualquier deporte en una final mundial. Grecia, que dos días antes había dejado patente la calidad de sus baloncestistas y de su equipo tumbado a los Estados Unidos en semifinales, se ha sentido impotente desde el salto inicial, superada, rebasada, dominada.

No vencida, porque el espíritu le sobra, pero sí incapaz. Además, miraban al banco y veían a Gasol con el pie izquierdo colgando y sin jugar. Luego, levantaban la vista y el marcador iluminaba un paraíso para España. Fijaban de nuevo los ojos en el parqué y otro Gasol, Marc, mordía junto con los demás hombres de rojo para darle el oro a su hermano. Han olido la derrota de principio a fin. Enfrente, los españoles han volado hacia la victoria soberbios en el rebote, pieza clave del triunfo porque a través de los balones atrapados debajo de ambos aros y de la defensa rompieron el peligroso ritmo que tiene Grecia cuando domina los tableros. Carlos Jiménez y Felipe Reyes, también Marc Gasol y Garbajosa, han defendido por encima del bien y del mal. Los demás también, pero ellos sabían que tenían mucho que decir ahí para ganar esta final.

Igual que Navarro en ataque. Garbajosa y Reyes también han desplegado todo el poder ofensivo que guardan dentro. La defensa de la selección ha escrito números de Guinness en el casillero heleno: 12 puntos en el primer cuarto, 11 en el segundo y el tercero, 13 en el último. España ha borrado del mapa a los campeones de Europa. El trabajo de protección pergeñado en los sistemas de Hernández ha fundido los plomos de los chicos de El Pireo, les ha paralizado la maquinaria en la misma línea de salida. Y eso que a Reyes, un eje clave por la ausencia de Pau Gasol en el centro de la zona, le ha cañido la segunda muy pronto (m.6) y a Marc le ha llegado poco después. Un 0-8 del 9-8 (m.6) al 9-16 (m.8) tras triple de Navarro. Otra serie igual entre el 12-18 del final del primer cuarto y el 12-26 del minuto 12 han impactado en el mentón de Grecia. Porque España no les ha dado opción.

A los pocos estímulos positivos que han encontrado los helenos, algún triple suelto, algún rebote fuera de guión y cosas así, les han seguido idénticas respuestas. A los 34 minutos, cuando el partido ya estaba ganado -una final del Mundial ganada a los 34 minutos no es cosa baladí-, los griegos sólo habían anotado 36 puntos. El mismo equipo que le había metido 101 puntos a EE UU el viernes agonizaba hoy con 36 a cuatro minutos del final. En el otro casillero, 62 esplendorosos tantos iluminaban la gloria de la selección. Dieciocho triunfos seguidos entre la preparación mundialista y el campeonato -nueve y nueve- para tocar la cima del mundo invictos, con exhibición final, sin Pau y ante un rival de altura. Oro. Gloria eterna y pasaporte para los Juegos Olímpicos de Pekín 2008.

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