El Albéniz dice adiós en una noche discreta pero emotiva
Aunque el comienzo de la última obra del Albéniz estaba programado a las siete de la tarde, ya una hora antes varias personas se situaban en el número 11 de la calle Paz -donde está ubicado el teatro- para reclamar medidas cautelares de protección mientras los tribunales resuelven si catalogar el inmueble como un bien de interés cultural.
Liderando esta protesta pacífica estaba Eva Aladro -hija de la que fuera la directora de la sala, Teresa Vico-, quien aseguró que "el Albéniz todavía no está condenado" y que "la plataforma no va a ceder ni un ápice en este movimiento de lucha en el que todavía queda mucho por hacer". Sin embargo, los aplausos del público, que se prolongaron durante varios minutos tras el espectáculo, dejaban intuir un adiós para muchos "definitivo", según han comentado a Efe asistentes a la obra dirigida por Juan Carlos Pérez de la Fuente.
Por su parte, Aladro definió como un "drama" la situación del teatro, que fue fundado en 1945 para albergar ópera y ballet, disciplinas a las que se sumarían, años más tarde, espectáculos de zarzuela y revista. En 1984, el espacio fue alquilado por la Comunidad de Madrid, que ahora va a traspasar la programación escénica del Albéniz a los Teatros del Canal, dirigidos por Albert Boadella.
Puestos de trabajo
"Lo importante es que a la inmensa pena que sentimos por el cierre del teatro, no le sumamos la tragedia de que la gente se quedara sin sus puestos de trabajo. Todos nos vamos a Canal, aunque esto no sea un consuelo para el Albéniz. En este sentido tenemos un sentimiento agridulce", comentaron a Efe fuentes de la Consejería de Cultura de la Comunidad de Madrid.
Por otro lado, según el actual propietario del teatro, el Grupo Monteverde, se ha proyectado la construcción de dos salas de teatro en el lugar que ocupa ahora el Albéniz, aunque Aladro ha puesto en duda la iniciativa, calificándola como "un engaño". Bajo el lema "No al cierre del Albéniz" y una gran pancarta frente a la puerta del teatro, los manifestantes han despedido el espacio emocionados y "un poco indignados" al ver cómo, según ha subrayado Aladro, "Madrid pierde una joya de su cultura".