martes, abril 23, 2024
- Publicidad -

¿Qué pasa cuando miramos a los ojos?

No te pierdas...

Mirar a los ojos a otra persona produce una reacción nerviosa en nuestro cerebro que ayuda a reconocer al otro y a situarnos mejor en el mundo. Además, despierta significados y simbologías generalmente beneficiosas entre los que se miran, según expertos, aunque la intención difiere entre culturas y edades.

Siempre se ha dicho que mirarnos a los ojos es uno de los gestos más útiles para conocer a un individuo, o al menos, unas intenciones o actitudes concretas. No en todas las culturas existe la tradición de sumergirse en la mirada del otro y no todos los seres humanos contamos con la misma profundidad en la mirada.

Según el contexto, sirve para comunicarnos con nuestro interlocutor y mostrarle respeto, desafío o atención, por ejemplo; las madres pueden disminuir el llanto de su bebé mediante la mirada; y tiene muchas implicaciones sexuales.

La visión es una pieza clave para conocer el mundo. Ocurre en 50 milisegundos y se caracteriza por aportar a quien observa muchas claves de la realidad exterior y experiencias con el objetivo de simbolizar lo que vivimos (o vemos).

“Constituye un nivel de conciencia que permite identificar lo recibido con la memoria a corto plazo. Mirar es poner a dialogar el cerebro con el mundo” (Segundo, 2013).

Mirar a los ojos es un acto de empatía y sirve para conocer más a quien tenemos enfrente y a nosotros mismos. “Activa las partes del cerebro que son buenas para comunicarse y pensar en cómo la otra persona percibe el mundo” (Navarro, 2020).

La reacción nerviosa que permite reconocernos y reconocer a los demás

Dicho proceso se ejecuta a través de la onda N170 (una onda cerebral occitotemporal que se produce 170 milisegundos después de la presentación de un estímulo), que es la encargada de originar el reconocimiento de las caras y por ende de las personas con las que nos cruzamos.

La vista conecta el mundo interior de cada uno con el exterior: la realidad. Es la ventana del alma y es la parte de nuestro cuerpo que más informa sobre nuestro estado de ánimo, intenciones e incluso de nuestra personalidad.

Asimismo, la vergüenza nos hace desviar la mirada o dirigirla a nuestro teléfono móvil, evitando así que quien mire pueda recrearse en nuestro mundo interior.

“El contacto visual cambia lo que pensamos sobre la persona que nos mira” y nos ayuda a “ser más conscientes de la existencia de la otra persona, de que tiene una mente y una perspectiva propias, lo que, a su vez, nos hace más conscientes de nosotros mismos” (Jarret, 2019).

El poder de la mirada en los bebés y niños

Estudios han confirmado que las madres que miran a los ojos a sus hijos cuando son bebés disminuyen su llanto. Existe por lo tanto una relación negativa entre el contacto visual y la duración del llanto, pues aumenta la sensibilidad entre madre e hijo. De la misma forma, los niños sonríen más si los miramos a los ojos (Farroni, 2014).

Otra de las claves que nos hacen pensar en el poder de la mirada es que los perros suelen morder a los niños con más frecuencia que a los mayores, pues son ellos los que por lo general miran fijamente a los ojos a los animales.

La mirada según la cultura: ¿es respetuoso mirarse a los ojos?

Como antes mencionamos, no todas las culturas asumen la mirada con el otro como algo positivo. Los occidentales (o como queramos llamarnos) se miran a los ojos como gesto de respeto, siempre y cuando no sea de una forma fija e intimidante.

Sin embargo, en países asiáticos como Japón, a causa de la tradición samurai (los plebeyos no podían hablar con la clase guerrera) y otros motivos que se nos escapan, la mirada pasa a ser una forma de descortesía. Esto ya lo subscribía la guía VisitBritain con motivo del los Juegos Olímpicos de Londres de 2012 cuando aconsejaba “evitar mirar fijamente a los japoneses o guiñar un ojo a un ciudadano de Hong Kong” (ABC, 2010).

“A los niños japoneses se les enseña en la escuela a dirigir su mirada hacia la región del cuello o nudo de corbata, y como adultos, los japoneses bajan los ojos cuando hablan con un superior como gesto de respeto” (Moran, 2007).

Aunque no todos están de acuerdo. En un blog leía a un viajero que afirmaba que los asiáticos (quizás por ser diferente) le miraban fijamente cuando paseaba por las calles de países como China, al contrario de lo que socialmente se cree.

En el deporte de contacto o lucha vemos cómo el acto de mirarse difiere según la especialidad y el país. “Cuando dos peleadores coreanos se saludan, no se ven a los ojos porque se están menospreciando y retando; dos peleadores de Kung fu chinos se ven a los ojos para decir que están alertas y listos; dos peleadores japoneses se ven a los ojos por respeto, soberbia y tranquilidad; y dos boxeadores se ven a los ojos por reto” (Mandeur, 2020).

Complejidades de la mirada y la vista para obtener información

La vista, podríamos casi afirmar, es el sentido más importante que tenemos para relacionarnos con el mundo y con los demás. Es importante que la mirada se haga con los dos ojos alineados.

Pero hay a quienes les falla la manera de mirar, quienes han perdido la profundidad o estereopsis asociada a este gesto. A este problema se le denomina estrabismo y clínicamente se asocia con la falta de alineamiento de un ojo con respecto al otro. Quienes lo padecen no cuentan con una “fijación bifoveolar” o normal, la cual nos permite percibir dos imágenes diferentes en cada ojo y más tarde recomponerlas en el cerebro tridimensionalmente.

Esta complejidad ya la estudiaron hace siglos Euclides, Da Vinci y Kepler, quienes hablaron sobre las perspectivas de las miradas de los “ojos vagos” y sus irregularidades trigonométricas. Quienes no alinean debidamente su mirada hacia un objeto, por ejemplo, no reciben en “estéreo” la información que integra el mismo.

Otro problema visual y neurológico relacionado con lo que estamos hablando es la agnosia visual. En este caso, el sujeto puede ver, sin embargo, no “comprende lo visto”. El médico y escritor Oliver Sacks explica en uno de sus libros que es “necesaria la experiencia para la visión” y que existe un “correlato neuronal que se inicia con la mirada”, la cual nos permite vivir en nuestro interior el mundo exterior.

Leyendas oculares: la importancia del blanco de los ojos y la dilatación de las pupilas

Existe una leyenda negra en torno a quienes tienen tres huecos blancos en la parte del globo ocular. Sea en la zona superior o inferior, hay personas que cuentan con el llamado sanpaku, e igualmente hay quienes han hablado sobre él, como el macrobiótico japonés George Oshawa.

«El sanpaku significa que todo el sistema de una persona, físico, fisiológico y espiritual está desequilibrado. Es una señal de la naturaleza sobre que la vida de uno está amenazada por un final prematuro y trágico», según Oshawa.

Investigaciones han agrupado a famosos que murieron prematuramente y que contaban con sanpaku, como: Amy Winehouse, Marilyn Monroe, Martin Luther King, Robert Kennedy, Natalie Wood, Charles Manson, Sal Mineo, entre otros.

Es cierto que los mencionados están integrados en muchas teorías conspiratorias, pero es interesante mencionar esta casualidad por el tema que nos ocupa.

La dilatación de las pupilas ha sido perseguida a lo largo de la historia. Dicen que si hablamos con alguien a quien le ocurre puede significar que le atraemos sexualmente.

En la Antigüedad, y sobre todo en el Renacimiento, las mujeres utilizaban extractos de la planta conocida como “belladona” para dilatar sus pupilas, con el objetivo de que sus ojos se pareciesen a los de una gacela y fueran así más atractivas (de ahí el nombre coloquial de la planta).

¿Podemos mirar a los ojos a los animales?

La respuesta es ambigua. Popularmente se dice que no es recomendable mirar a los animales a los ojos porque es una muestra de desafío, sin embargo, cuando hablamos de nuestras mascotas la cosa cambia.

Existen programas para evitar mordeduras de perros que comienzan en desviar la mirada de quienes toman contacto con ellos. Asimismo, son los niños los más propensos a ser mordidos porque miran a los animales a los ojos, según afirma un estudio.

Pero cuando hablamos de una mirada entre dueño y mascota la cosa es diferente. En estos casos se produce como consecuencia “la regulación de la secreción de oxitocina, un neuromodulador conocido por su papel en el vínculo materno-infantil”, muestra otra investigación.

Dicho lo anterior, como ejemplo de que en los primates se considera una amenaza la mirada a los ojos, exponemos un caso real ocurrido en 2007 en un zoológico de Róterdam, en el que un gorila llamado Bokito un día se escapó y atacó a una mujer con la que mantenía prolongados ratos de contacto visual. Para evitar que ocurriera de nuevo se dio a los clientes futuros gafas de sol con un dibujo que simulaba los ojos.

Relacionadas

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

- Publicidad -

Últimas noticias

- Publicidad -