Yo creo en los políticos
Empezaré diciendo que entiendo la preocupación social por la nefasta actuación de algunos políticos como refleja el CIS. Incluso, que esa preocupación haya batido su récord histórico alcanzando su marca más alta en toda la democracia, ya que suma 15 meses consecutivos como tercera preocupación nacional. No es justo pero es lógico.
Y entiendo que exista una corriente de opinión en la sociedad española que culpe de todo a los políticos para descargar su propia conciencia. Pienso que en la crisis actual habría que repartir las culpas entre muchos más. Pero no es fácil reconocer culpas.
Aunque también denuncio que mucha parte de esa corriente de opinión es una campaña de marketing perfectamente diseñada y promovida por la izquierda.
Forma parte de esa Agitprop que se pone en marcha cuando no está en el poder.
Dicho esto, proclamo que yo sí creo en los políticos, porque los políticos, como cualquier ciudadano, son parte de la propia sociedad articulada. Lo demás es anarquía. Arcaica y fracasada anarquía que ahora reclaman algunos como modernidad y otros apoyan porque resulta progre.
Yo creo que, como en todos los órdenes de la vida, hay políticos malos. Pero también hay malos ingenieros de caminos. Y abogados. Y notarios. Y, por supuesto, malos periodistas. Pero no se puede denostar a todos los políticos. No se puede tomar la parte por el todo, porque desprestigiar a la clase política es entrar en una peligrosa montaña rusa que se sabe cómo se empieza pero no se sabe nunca cómo termina.
La sociedad no puede subirse al carro de la moda anti políticos porque ese es el preludio de las dictaduras. Franco odiaba a los políticos. Si los políticos, organizados como exige la democracia y, por supuesto, nuestra de Constitución, desaparecen ¿quién organizará la sociedad? ¿Cómo se organizará? ¿Con movimientos asamblearios, acaso? Seamos serios. En democracia, a los políticos malos no se les vota. Eso es todo, pero no se les quita por la fuerza. Y, desgraciadamente, estamos caminando hacia esto último.
Es cierto que sobran políticos en España. Nuestra organización administrativa ha resultado ser distinta a la que se pensó. Y al haber crecido el número de políticos hay más posibilidades de que haya políticos inútiles o corruptos.
Es cierto, por ejemplo también, que, en Francia, no hay tantos concejales como en España. Pero también es cierto que allí tampoco hay 8.000 ayuntamientos como aquí. La solución está en exigir a los políticos que reformen la Administración local. Y que si no la reforman, en las próximas elecciones, que no se les vote. Pero esas son las reglas del juego. Lo demás es un juego demagógico muy peligroso.
El tema es largo y se me acaba el espacio pero sirva para el debate decir que yo tampoco estoy de acuerdo en que haya que pagarles poco. Por supuesto que habrá políticos que no se lo ganen, pero no debe olvidarse que si no se les paga bien nunca lo serán los mejores, salvo que sea vocacional, y la sociedad necesita a los mejores como políticos. Porque, además, si no se les paga bien lo normal es que lleguen a la política los mediocres o que, los que estén, tengan graves tentaciones a causa de sus necesidades.
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La sonrisa de la avispa