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Otra huelga general inútil

El sindicato unificado CCOO-UGT ha convocado otra nueva huelga general inútil. Los presupuestos le han bajado la asignación para mantener su aparato y ha decidido hacer la segunda huelga general inútil en un año. Una pasada. Segunda huelga general a un Gobierno que no lleva ni siquiera un año en la responsabilidad de gobernar.

Está tan perdido que, incluso, ya actúa a contrapelo porque cualquier sindicalista, que se precie, sabe que no puede convocar una huelga general tras otra porque es contraproducente. Y es que la huelga general, para los grandes sindicalistas españoles, era el final. El todo. Y al plantearla con seriedad, siempre les suponía un triunfo. Lógicamente, con esta política de convocatoria permanente, la bicefalia del sindicato unificado ya lleva dos fracasos seguidos y vamos a por el tercero.

Parece que ha olvidado que la huelga era una herramienta de presión laboral del siglo XIX. Tiempos en los que sólo existían el capital y la producción. El capital estaba en manos de los ricos y la producción en las de los obreros. Y la huelga servía para que la producción presionase al capital. Si no había producción, al capital no le quedaba más remedio que negociar. Pero estamos en el Siglo XXI y eso ya no pasa en ningún lado. Y menos en España donde la gran generación de trabajo y de capital está en manos de las pymes y de los autónomos y, por lo tanto, parar ahora la producción de algunos de ellos es irrelevante. Y, además, ha olvidado también que en las grandes empresas no se hacen ya huelgas de este tipo. Pocas empresas de distribución o de la automoción, por poner dos ejemplos, van a la huelga general en España porque ya son sus propios sindicatos los que negocian al margen de las grandes centrales. Es más, la huelga es cada vez menos empleada sectorialmente porque, en las grandes empresas, existe una cosa que se llama 'deslocalización' que los sindicatos serios, modernos y responsables tratan de evitar a cualquier precio porque saben que salen perdiendo.

Por otra parte, las imágenes de los piquetes de información en los tiempos de la información es lo más lamentable que se puede ver hoy en día o, mejor, lo más antiguo. Aunque la realidad de su función sea otra. La de amedrentar a los ciudadanos que quieren trabajar. Sobre todo a los conductores de los servicios públicos de transportes. Que no haya metro ni autobuses municipales en Madrid es su única razón de ser. Que nadie pueda ir a trabajar aunque quiera. Y, si para conseguirlo, hay que usar la fuerza que se use. Si paran los transportes públicos, en Madrid, triunfa la huelga. Tan simple y tan pobre es la cosa.

Pero es que, además, estas huelgas son inútiles porque Mariano Rajoy ni va a convocar un referéndum ni va a cambiar su política. Entre otras cosas porque no puede. En Grecia llevan seis o siete y no han servido de nada. Sólo para poner en su contra a muchos ciudadanos que lo único que quieren es trabajar o, al menos, buscar trabajo.

En fin, que en lugar de convocar huelgas generales, el sindicato unificado UGT-CCOO lo que tendría que hacer es reconvertirse y jugar en positivo. Porque la sociedad española lo necesita. Pero como sindicato moderno y responsable.

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La sonrisa de la avispa