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Oferta de empleo o de esclavitud

Esta semana, un popular portal de empleo publicó una oferta de trabajo para La Coruña realizada por una importante empresa en crecimiento con sede en Madrid y 1.300 trabajadores en plantilla. En el anuncio, rezaba que se buscaba un ingeniero técnico de obras públicas, con una experiencia mínima de dos años en puestos de jefe de obra o producción, un imprescindible nivel de inglés muy alto y disponibilidad geográfica a nivel nacional e internacional. La sorpresa e indignación saltaron por igual al comprobar cuál sería el salario ofrecido para quien lograse conseguir el puesto: 6.000 euros brutos al año. Es decir, 500 euros brutos al mes. Para más inri, en apenas 24 horas, más de 200 personas se habían apuntado a la citada oferta. Como no podía ser de otro, las redes sociales se hicieron, rápidamente, eco del anuncio y bramaron con comprensible dureza. Lamentablemente, no se trata de un caso aislado, sino que empieza a hacerse una constante.

¿Dónde está la autoridad competente? ¿Se ha abierto una investigación desde el Ministerio de Trabajo contra una oferta de empleo cuyo salario está muy por debajo de lo legalmente estipulado? ¿Desde cuándo se han implantado en España unas tablas salariales más propias de una economía esclavista que de un Estado miembro de la Unión Europea? ¿Quién las ha aprobado? ¿Dónde? ¿Terminaremos pagando por trabajar?

Ante esta triste perspectiva laboral, no debe sorprender a nadie que, entre los centenares de miles de jóvenes altamente cualificados y motivados para trabajar con que cuenta nuestro país, algunos opten por marchar al extranjero, pocos por emprender su propio negocio y la mayoría, asqueada y lógicamente desmotivada, prefiera quedarse en su casa antes que aceptar un contrato abusivo que atenta contra el derecho de cualquier persona a recibir un salario justo.

Habrá quien afirme que es mejor cobrar 500 euros que nada pero esa no es la cuestión. Lo capital del asunto es que cuando una persona ha invertido su tiempo, capacidades, energía y dinero para realizar unos estudios superiores como los exigidos en la citada oferta, merece un salario acorde al esfuerzo empleado para llegar ahí. Si aceptamos con positiva normalidad el hecho de que un inversor o un ahorrador espera recibir una plusvalía por el monto que ha proporcionado a un tercero, ¿por qué no otorgar igual consideración un estudiante o un trabajador?

Pero, lo más patético de este asunto es que, tras la dura polémica organizada, el portal ha borrado de la oferta el salario ofrecido inicialmente. Bajo la manida excusa de que todo se debe a un error informático, los responsables de la página han explicado que el sueldo ofrecido era bastante mayor al publicado en un primer momento. Pero, la cruda realidad es que, ni desde la empresa ni desde la citada web, se sigue sin anunciar cuál es la cifra exacta. Y el que calla, otorga.

Gorka Labarga-Estrella Digital

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Gorka Labarga