¡No pactaré con el PP!
La campaña llegó al barro, que es un lugar en el que los malos y más habituales políticos se manejan con soltura y comodidad. En el barro se plantean amenazas, insultos y bravuconadas. El barro suele ser un lugar eficaz aunque poco edificante. Pero, sobre todo, es un lugar al que la política tiende con inusitada facilidad.
El barro en esta campaña catalana era previsible porque aunque apenas quedan muchas incógnitas que despejar, la tensión parece que acompañará a los discursos hasta el último día que, afortunadamente, será el próximo viernes.
Mas advierte de que el Estado fabrica pruebas para perjudicar los sueños de independencia
Mas ha advertido de que el Estado fabrica pruebas para zaherir y perjudicar los sueños de independencia del pueblo catalán atacándole a él y a los suyos. Suena a disculpa preventiva. Sabemos, gracias a este artificio dialéctico y a la entrada mugrienta del barro sucio, que si se diera la circunstancia probatoria de la culpa de Mas, está deberá ser desdeñada porque será el producto de una confabulación y una intriga. Una cuestión muy poco esclarecedora.
Mas, además y para demostrar la contundencia de su convicción, ha decidido anunciar que no pactará, en ningún caso, los presupuestos con el PP, partido del Gobierno en Madrid y cuyo presidente se ha prodigado con soltura en este proceso electoral. Este anuncio recuerda aquel ya caducado de la visita al notario para confirmar que nunca habría pactos si el candidato Mas llegaba al gobierno en elecciones anteriores.
Es curioso, porque si Mas vuelve a las andadas negando el pan y la sal al PP, es después de haber convivido con él los dos últimos años, en Madrid y en Cataluña. ¿Las actas notariales, entonces, caducan con la legislatura? Mal asunto este de las ideologías y líneas políticas que son como los yogures, recuerdan a oportunismo y tacticismo interesado.
Análisis Estrella