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Menos Mas y más Cambó

En un momento en el que el problema catalán está otra vez en su apogeo, me he acordado de Cambó. De Francesc Cambó (1876-1947). Posiblemente, el más importante político catalán de todos los tiempos.

Ahora, cuando la endeblez intelectual y la escasa personalidad política de Artur Mas intentan llevar a Cataluña hacia la sinrazón, aparece agigantada la figura de Cambó, un modelo de político conservador con acusados rasgos liberales y europeísta pero profundamente catalán. Eso sí, sin estridencias ni exclusiones. Un político que, como Artur Mas, representaba a una burguesía catalana culta, responsable y emprendedora pero sin comparación posible en cuanto a talla política.

Hubo un tiempo, incluso, en el que se pensó en Francesc Cambó para liderar a la derecha española e, incluso, gobernar en España. Para Salvador de Madariaga, fue el político más importante de su tiempo. Y, de hecho, llegó a ser ministro de Fomento y de Hacienda, en los Gobiernos de Antonio Maura, circunstancia que aprovechó para adoptar un arancel proteccionista favorable para la industria catalana, así como una Ley de ordenación bancaria.

Su pensamiento catalanista lo dejó escrito en un libro, publicado clandestinamente durante la dictadura de Primo de Rivera, titulado “Por la concordia”, en el que decía entre otras muchas cosas:

El problema catalán es un “hecho diferencial inconfundible e indestructible”, cuya solución no está ni en una política asimilista practicada por el resto de España, ni en una política separatista. Ambas soluciones no lo son porque el “asimilismo quiere destruir el hecho diferencial catalán” y el separatismo quiere “suprimir el hecho de la unidad española de la manera más radical en lo que afecta a Cataluña: separándola de España”.

El dirigente de la Lliga Regionalista considera, en el libro, que el “separatismo es en Cataluña más un sentimiento que una convicción, y es, esencialmente, un sentimiento reflejo”. Y añade: “Una Cataluña independiente no subsistiría mucho tiempo. Habría de acabar siendo francesa o española y entre esas dos eventualidades el interés de Cataluña estaría a favor de una Cataluña española.”

Cambó reivindica, ciertamente, un alto autogobierno catalán y apela a la acción de los “intelectuales castellanos y catalanes para hacerla posible y fácil”, ya que “a ellos digo que un deber de patriotismo les obliga a colaborar en la acción de hacer armoniosamente compatible el hecho definitivo de una personalidad catalana con el ideal de una gran España, sentida por todos con igual efusión. Hablo también a aquellos catalanes en quienes la pasión está subordinada a la reflexión.”

Su pensamiento, como se ve, era de una sensatez apabullante. Muy lejos de este Artur Mas, perdido, insisto, en su propia endeblez intelectual.

La sonrisa de la avispa

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