Los fans de Fabra
Por mucho que no sean amigos suyos, puede que no haya ni una sola persona en España que vaya en la actualidad más acompañado por la calle que Alberto Fabra. Desde que los extrabajadores de la RTVV se han propuesto seguirle, se puede decir que el presidente valenciano tiene la sombra más alargada que se conoce.
Acto público al que acude, allí que están para recordarle que ha dejado en la calle a 1.700 personas. Claro que si ésto no le preocupó tampoco le causa el menor poblema este particular "club de fans" que le ha salido, como bien ha precisado al respecto: "Si alguien quiere acompañarme, que lo haga, que cada uno haga lo que considere oportuno".
Esa doctrina, de la que él es convencido practicante, le ha llevado a recordarles a todos esos "seguidores" que no hay marcha atrás en el desmantelamiento de la RTVV, y que van a tener que hacer muchas horas extras sin cobrar, porque "desde luego yo voy a seguir yendo a todos los actos y haciendo la misma agenda que he hecho hasta ahora".
Cuando menos, les podría facilitar su agenda, para que o bien se puedan ir alternando como guardespaldas suyos o cuando menos para saber si un día tienen que salir de casa con bocadillo y tartera, por aquello de que no van a tener tiempo ni para parar a comer. Unas fotocopias no le iban a costar mucho al presidente valenciano y a esos ciudadanos a los que él manda les ayudaría a organizarse.
De momento, tanto a ellos como al resto de los valencianos cuando menos les ha dado una solución para ver la televisión en la lengua propia de la tierra. Nada más fácil y, sobre todo, más barato, que vean TVE. Para él, ésta es el mejor soporte posible a esa opción, aunque para ello habrá que esperar, ya que lo primero que tendrá que hacer él mismo es llegar a algún acuerdo con la cadena pública, que tampoco está para tirar muchos cohetes, por muy valencianos que éstos sean.
Los valencianos tendrán pues que tomarse con calma el posible regreso de su lengua a la pequeña pantalla y él deberá comprarse unos tapones cada vez que sale a la calle, para no tener que escuchar a todas horas gritos como "dimisión", "ladrones" o el célebre "queremos trabajar" que parece le van a acompañar durante mucho tiempo.