Las miradas de la política
Los ocho millones de personas que son atendidas por los servicios sociales seguramente están inquietos por los efectos que pueden tener en sus vidas el plan de Cameron para Escocia. Tendrán gran preocupación por la futura composición del parlamento vasco, no vaya a ser que allí se reedite el plan soberanista de Ibarretxe, aquel lehendakari que tenía en su gobierno a Rosa Díez. Lo más probable es que a los gallegos de esos ochos millones, los dedos se les hagan huéspedes por lo larga que se les hace la campaña electoral cuando ellos ya tienen claro a quién quieren votar para que gobierne la Xunta.
Hubo un momento en el que los partidos políticos perdieron la empatía con los ciudadanos y decidieron preocuparse de los electores. No contaban con que son los mismos, y que necesitan algo más que el liderazgo fingido de las campañas para materializar en una opción política sus deseos y sus frustraciones. Así que en los próximos días la probabilidad de que Catalunya se independice cobrará nueva vida aunque, de entrada, su futuro no vaya a estar en la Europa comunitaria si lo hace.
No hay manera de centrar el verdadero significado de las actuales circunstancias, que tienen más que ver con desahucios, despidos, impuestos y recortes de servicios que con soberanismo e independencias y todo el lenguaje que tales asuntos acarrea. Cuando pase la campaña quizá venga el rescate y los dos partidos grandes se sentaran a negociar reformas en la administración que no enfaden a sus cargos públicos: las pactarán, sin duda, porque les conviene, no porque nos convenga. Y así seguiremos, con una mirada en Escocia, otra en Cataluña, otra en Euskadi, otra en la Xunta, otra en los ayuntamientos y diputaciones y ninguna en las oficinas del INEM o en los comedores sociales de Cáritas, los únicos que mirarán a los españoles que desde el domingo serán menos electores y más ciudadanos desengañados
Editorial Estrella