La requisa de Chipre
Le han llamado rescate pero todos sabíamos que era un embargo. Y en Chipre han ido más allá. Han pasado, simple y llanamente, a la requisa. Porque otra cosa no puede llamarse a eso. Quitarle a las gentes parte de lo que tienen ahorrado en los bancos. Un saqueo que luego quisieron dulcificar rebajándolo a pellizco del 3% a los que tuvieran menos de 100.000 euros y agravándolo al 12,5 a los que superaran esa cantidad.
La decisión, tomada con nocturnidad y alevosía, aprovechando un puente, sumiendo en la rabia y la impotencia a la población, ha sacudido a toda Europa e impactado más allá de la pequeñez del Estado afectado o tal vez aún más por ese reducido tamaño y su debilidad a la hora de plantar cara a quienes han tomado la medida y han obligado a sus dirigentes a asumirla. Está por ver a estas horas si el Parlamento se pliega a votarla, que ya se llevan varios retrasos indicativos de la resistencia. Aunque la otra opción, bancarrota y salida del euro, puede aparecer como aún más tenebrosa.
No es cuestión por parte de los otros de poner barbas a remojar sino de plantar cara
La repercusión entre la ciudadanía europea va mucho más allá de la consabida subida de la prima de riesgo y bajada de las bolsas en los mercados, es más profunda que la tensión y la pulmonía que de una manera no del todo cardiaca, por fortuna, se ha producido como reacción inmediata. Eso lo tienen, más o menos, "descontado". Pero en esta ocasión la cuestión es algo más, mucho más que eso. Porque los ciudadanos de Europa, de algunas partes de Europa, empiezan a estar de Europa hasta las mismísimas narices por cómo quienes dirigen sus designios, o sea la señora Merkel, los trata y les impone, aceptemos que por nuestros pecados, penitencias que lejos de acercarlos a la buena senda lo único que consiguen es hundirlos cada vez más en los infiernos. Para que ella alcance el cielo electoral, dicho sea de paso. La desafección de muchos a lo que se entendió como sueño de futuro, y dio indudables frutos, pero que hoy empieza a tener ribetes de pesadilla, es creciente y puede desbocarse hacía horizontes que ayer mismo parecían imposibles.
La requisa de Chipe es muy grave, es un atentado contra derechos y personas, que conculca los propios principios de la Unión Europea. Y no es cuestión por parte de los otros de poner barbas a remojar sino de plantar cara, de consolidar un bloque que le pare los pies y que impida semejantes atropellos.
España se ha visto, como era muy previsible, muy concernida por lo sucedido. Como Italia, Portugal, Grecia y hasta Francia y muchos más. Pero no hay que buscar consuelo en ello, sino trazar líneas de actuación conjuntas. Que ahora pueden trazarse. Porque en este momento de tribulación, uno más, sí que habrá de reflexionarse y recordar que en nuestro caso algo parecido hemos logrado evitar y soslayamos. ¿O no recuerdan aquellos días donde el rescate se aconsejaba o se profetizaba para el día siguiente? ¿Le cabe a estas alturas duda a alguien de que el presidente Rajoy hizo lo correcto aguantando carros, carretas y presiones de todos los lados?
Ahorrar es positivo pero no puede hacerse, es imposible de todo punto, sino no se ingresa
Pues en ellas hay que perseverar y en eso, al menos en eso y por la cuenta que nos tiene, deberíamos estar unidos y hasta buscar cuantas alianzas fueran posibles. Cargados de razones además, porque el esfuerzo, a costa de sacrificios y recortes se ha hecho. Pero no puede seguir haciéndose si a la austeridad no se la acompaña con crecimiento, con impulso y creación de riqueza. Ahorrar es positivo pero no puede hacerse, es imposible de todo punto, sino no se ingresa, si no se consigue meter más agua al pozo. Y eso hay que hacérselo entender a la Troika y a su mamá Merkel como sea y cuanto antes. Y por supuesto, si fuera preciso, como país soberano, plantándose con toda rotundidad y sin miedo. Que el miedo ya lo tenemos todos metido dentro.
PD. Si grave es lo de Chipre, lo que puede significar un antes y un después en la percepción de los españoles sobre Europa es que los jueces de Estrasburgo nos pongan en libertad a medio centenar de etarras y otros tantos asesinos y violadores múltiples. Y hasta que nos obliguen a pagarles encima. Urge en cualquier caso que de una vez, doctrinas Parot aparte, cambiemos nuestras leyes cuanto antes. ¿O es que siguen sin entender ahora algunos que lo de la prisión permanente revisable es algo perfectamente democrático y exquisito con los derechos de los penados como necesario para la protección de la sociedad y los inocentes ante los criminales más terroríficos?
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Antonio Pérez Henares