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La justicia, el asesino Troitiño y la demagogia

Hace unos días, cuando uno de los más sanguinarios e irredentos asesinos de ETA, Antonio Troitiño, quedaba en libertad nos preguntábamos para qué servía el Tribunal Constitucional que, con su sentencia de “cómputo de pena” había propiciado que, a falta de siete años de condena, se fuera sonriente a su casa de Amorebieta (Vizcaya).

Después de la alarma social generada por la excarcelación del terrorista, la Audiencia Nacional ha revocado la libertad de este sujeto condenado por 22 asesinatos, entre ellos los 11 del atentado de la plaza de la República Argentina de Madrid. El riesgo de fuga ha provocado una decisión de urgencia pues no estaba previsto que la Sala competente de la A.N. se reuniera antes del lunes.  Existen muchos análisis que solo los más entendidos en la jurisprudencia constitucional y relativa a la lucha antiterrorista podrán explicar. Pero nadie habría entendido que, sin vulnerar los derechos que a todos nos asisten, hasta los terroristas, se repitiera la historia de De Juana Chaos, su compañero de comando y cómplice de las mismas muertes, viviendo a cuerpo de rey en Irlanda.

Aunque es asunto de juristas, y sería preciso entrar en la letra pequeña que, por la urgencia del análisis, resulta imposible, debemos agradecer que los magistrados de la Audiencia aplicaran el criterio del Supremo de restar las prisiones provisionales de cada una de las condenas del etarra a medida que se fueran cumpliendo. En definitiva, vuelven a hacerse las cuentas que había antes de que el Tribunal Constitucional metiera la pata. El malo volverá a la cárcel hasta enero de 2017 en las próximas horas, porque damos por hecho de que la Policía y Guardia Civil se habrán ocupado de evitar su fuga.

Así todos más tranquilos.

Pero, no obstante, duele mucho que algunos hayan querido hacer política con el terrorismo.

¿Pondremos alguna vez el freno a la demagogia?

Que nos lo digan nuestros políticos. Pero ya, por favor. 

Editorial Estrella

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