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La dación en pago del PP

La semana pasada el gobierno hizo públicas unas reglas que vienen a tratar de evitar los desahucios de las familias con todos sus miembros en desempleo, carentes de rentas y siempre que se trate de la vivienda habitual, no disponiendo de otras.

Sin ánimo de desarrollar extensamente las reglas introducidas, sí que me gustaría destacar aquí dos aspectos. El primero es que se trata de normas voluntarias para la banca, a las cuales se puede acoger o no, y la segunda es que estas reglas llevadas al extremo pueden concluir con la dación en pago de la vivienda, la cual cancelaría el total de la deuda existente.

Los representantes de la banca, en voz bajita, ya nos van diciendo que estas reglas no les gustan y que les pasan a ellos el problema social, el cual correspondería solucionar al gobierno. Por otro lado las asociaciones ciudadanas y algunos partidos políticos claman, desde hace tiempo, por ir a un sistema de dación en pago pero de manera retroactiva y sin las limitaciones que ha fijado el ejecutivo en sus reglas.

Cierto es que estamos ante un problema complejo, en que si bien a la hora de firmar una hipoteca a ningún ciudadano le han apuntado con un revólver para forzarle también es cierto que en muchos casos son casi contratos de adhesión.

Si tenemos en cuenta  las prácticas de la banca en este país, que concedieron hipotecas de manera alegre en connivencia en muchos casos con las propias tasadoras y también a los hipotecados, que en muchas ocasiones y pese a ser la inversión más importante en la vida de una familia, no contrataron los asesores que hubieran sido pertinentes,  y además tenemos en cuenta la valoración personal que tenemos cada uno de vivir o no al límite de recursos para el pago, se propicia llegar a una situación de desastre como la actual en la cual, y a mi juicio, todos somos culpables en alguna medida.

Por todo ello, bajo mi punto de vista, la instauración de la dación en pago a todas las hipotecas existentes en estos momentos sería algo injusto, ya que vendría a ser algo así como cambiar las reglas del juego a mitad del partido, pasando la patata caliente primero a la banca, que no podría soportarlo, y acto seguido a los ciudadanos que vía impuestos, como siempre, tendríamos que hacer frente al desaguisado.

Pero expuesto lo anterior, sí quisiera indicar que las reglas introducidas por el PP con ser voluntariosas se quedan cortas. Y se quedan cortas primero porque no son obligatorias sino voluntarias y segundo, porque cuando hablamos de hipotecas, estamos hablando de préstamos con garantía y deberíamos caminar a una reforma en la cual con la simple entrega de la garantía se cancelase la obligación, al más puro estilo anglosajón que tanto gusta a los neoliberales flexibilizadores. ¿O es que ésta no les gusta? No sé porque me malicio yo que no.

La dación en pago impediría fabricar parias abocados a la economía sumergida, que es donde se recala ante situaciones como el desahucio, ya que hoy por hoy, en este país se responde con todas la rentas personales, presentes y futuras, de la parte de la hipoteca impagada.

Ya que estamos en presencia de un gobierno reformista, no estaría de más que a lo largo de la legislatura nos sorprendiera con medidas encaminadas en esa dirección sin decirnos aquello de que se encarecerían las hipotecas y minoraría los límites de concesión sobre el préstamos al entorno de un 80% del valor, porque correspondiendo lo primero a la libre competencia entre entidades bancarias, lo segundo sería mucho más conveniente para la salud del sistema bancario que conceder el 100% o más del valor, incluso alterando la tasación, como ya hemos vivido para nuestra desgracia.


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José Luis Martín Miralles

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