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Izquierda contra soberanismo

En la entrevista que hoy publicamos, Joaquín Leguina alerta sobre los riesgos que acompañan al separatismo catalán. Es un análisis serio hecho por un político poco sospechoso de actuar movido por cualquier interés que no sea el de su convencimiento y la razón que defiende. De hecho en la entrevista es claramente perceptible el desprecio que muestra por los sectarismos y las ‘cuadrillas políticas’, que suelen terminar siendo, exclusivamente, intereses sindicados más allá de cualquier criterio objetivo.

Que el debate suscitado en Cataluña es impresentable es una obviedad, al menos desde mi punto de vista. Rompe la dinámica compartida durante treinta y tantos años de Constitución en los que hemos hecho de la convivencia el primer parámetro de nuestra actividad política.

Hemos soportado la presión criminal de una organización separatista que ha hecho un daño personal, familiar y social difícilmente reparable

La secesión de Cataluña es evidente que pondría fin a eso y que nos sumergiría en los pantanos de la historia, aquellos que habitamos cuando la pasión romántica de los nacionalismos estrellaba en Europa a los pueblos contra los terraplenes. La ruptura de Yugoslavia es el ejemplo más cercano en el tiempo y más próximo geográficamente. Y no dista tanto de nuestra pegajosa realidad.

Durante estos mismos años de Constitución hemos soportado la presión criminal de una organización separatista que ha hecho un daño personal, familiar y social difícilmente reparable en un plano corto de tiempo. Así que imaginar a gente matando por la bandera, y todo el  imaginario particularista que encierra el nacionalismo para justificarse no solo no es una exageración sino que se puede considerar como probable a la vista del comportamiento de los sectarios gemelos  en el otro extremo de los Pirineos.

Para que el nacionalismo prenda basta con excitar las pasiones de un pueblo que sufra una crisis importante. Se da esa circunstancia. El nacionalismo gobernante con la ayuda de sus primos de la supuesta izquierda nacionalista, somete a los catalanes a la presión más sangrante bajo la terrible excusa del saque español de los recursos. Son frecuentes las descripciones de los andaluces como vagos y de los extremeños como inútiles. Treinta años de estupidez medida han dejado un rastro que anticipa con facilidad el tono de lo que se dirá en el futuro no sobre la política o los políticos, sino sobre las personas y su naturaleza. El huevo de la serpiente está incubándose, que nadie se equivoque.

Con independencia, valga la palabra, de que fructifique el soberanismo ilegal o no, va a ser difícil calcular, medir y controlar el alcance del espíritu que se ha agitado. Y del mismo modo que el siglo anterior empezó clase contra clase, este puede ser el de ¿raza? contra ¿raza? ¿etnia? contra ¿etnia? No sé muy bien cómo definir la motivación profunda que impregna el nuevo ‘identitarismo’ catalán, sin que me de la risa. Ya era penoso oír a Arzallus hablar del Rh; impresionará escuchar lo que venga. Sin duda.

En medio de este jardín de piedras, la izquierda socialista se confunde en su posición

En medio de este jardín de piedras, la izquierda socialista – Leguina lo recuerda – se confunde en su posición. No está en los orígenes ideológicos ni en la práctica política de la izquierda hacer discursos identitarios o nacionalistas que defiendan causas que hagan entrar en conflicto territorios que no albergan hostilidad natural alguna. Y ni aunque la tuvieran.

Reivindicar el internacionalismo de Jean Jaures, cosa que suelo hacer, y traducirlo al significado que tendría ahora – europeísmo, por ejemplo - es una quimera, puesto que probablemente la inconsistencia habitual que afecta a los llamados nuevos dirigentes los aleja de una comprensión de la historia de lo que dicen defender.

Queda por hablar sobre el significado profundo de estas cosas antes de ponernos a enredar de nuevo y como siempre sobre el federalismo, la asimetría o la simetría, en la estructura del estado. Vamos camino de seis millones de parados, de un empobrecimiento absoluto de los más débiles y de una caída brutal de rentas en la clase media. Pero de eso parece que aburre hablar. Salvo a los que padecen el problema.


Rafa García-Rico - en Twitter @RafaGRico - Estrella Digital

Rafael García Rico