Investigación y castigo
Desde hace muchos años sabemos que las llamadas macro fiestas son extremadamente peligrosas y su autorización una decisión muy arriesgada. Aforos desmesurados, con independencia de no exceder lo permitido son, en sí mismos, fuente inquietante de cualquier tipo de problema de seguridad, que se magnifica por el mero hecho de producirse en un espacio cerrado, y en un contexto de confusión como es el propio de una fiesta en la que el ruido y la luz juegan a favor de cualquier desenlace negativo.
Muchos testigos han expresado la inquietud que se sentía en el ambiente. ESTRELLA DIGITAL ha hablado con una de ellas, que ha dejado claro que la falta de seguridad propia de una concentración humana sin control y en un espacio con apenas capacidad permeable para su desalojo, era evidente.
El Ayuntamiento de Madrid tiene que aclararnos por qué se produjo una avalancha, porque se llevó el aforo al límite – y por qué se consideró que ese número era seguro – y, sobre todo, a quién se le ocurrió volver sobre los pasos de dar facilidades, y más en un espacio público, para celebrar semejante tipo de festejo.
Estos hechos no son ni explicables ni mucho menos justificables, y las explicaciones ayudarán a entender por qué los madrileños nos hemos despertado con una tragedia que no es propia de una sociedad que conoce los riesgos de las aglomeraciones y los efectos de las celebraciones sin control.
Hay que investigar y castigar a quién corresponda por esta tragedia. Igual que nos sentimos muy cerca de las familias que han perdido a un ser querido – un hecho muy doloroso que se multiplica por la temprana edad de las víctimas y por el modo cruel con que se ha producido en un ambiente de fiesta, es preciso mirar hacia los organizadores y hacia la administración con extrema severidad y exigir las aclaraciones y responsabilidades que sean precisas. Y sin contemplaciones.