Fracaso cantado
Sin ánimo de ponerme medallas y pidiendo perdón por auto-citarme, que es muy feo, he de decir que un servidor predijo el resultado de las elecciones catalanas hace dos meses, en un artículo que titulé "Mas como Ibarretxe". Concretamente, el 25 de septiembre del año en curso.
En aquel momento, Artur Mas había ido a Madrid en busca de su Pacto Fiscal y yo dije que, en realidad, lo que llevaba escrito en la frente era su fecha de caducidad. Como cuando llegó Juan José Ibarrexte con su Plan en tiempos del Olvidable ZP. El catalán no podía ganar como no ganó el vasco. Es más, en ambos casos, negociar en Madrid la independencia de Cataluña o del País Vasco era un suicidio, consecuencia de dos jugadas maestras del separatismo más radical de ambas comunidades. Una trampa saducea. En ambos casos, los dos presidentes autonómicos querían salvar su gestión económica y se echaron, irresponsablemente, en brazos de separatistas que les prometieron el paraíso. Mentira. De hecho, tras aquellos días, de Ibarretxe nunca más se supo. Y me temo que la caída de Mas, desgraciadamente, era cuestión de tiempo. De poco tiempo.
La corrupción en CDC era ya una metástasis que se extendía por todos sus órganos directivos y sólo desde la mayoría absoluta se podría mantener tapada
Dije también, en aquel artículo, que Artur Mas concitó demasiadas esperanzas en conseguir la independencia para Cataluña con una brutal campaña de marketing que sólo favorecía a los separatistas y que, cuando se enfriase el calentón, le sacrificarían con toda la displicencia del mundo. Incluso, le acusarían de incompetente. Era el tonto útil, una figura prescindible en un juego político cruel.
Y no voy a copiar más de aquel artículo porque lo tienen en el archivo. Pero es que a la Cataluña poderosa, económicamente, que sostiene a Convergencia no le gustan estas cosas y trataría de provocar su rápida caída, por si se le volvía a ocurrir jugar con fuego. Como le ocurrió a Ibarretxe con los ricos de Neguri.
Pero siguiendo con las medallas que podría ponerme porque, desgraciadamente, no tengo abuela. Este fracaso de Mas también lo vaticiné el viernes 9 de noviembre, recién empezada la campaña electoral en un artículo que titulé "Campaña electoral del miedo".
En este artículo defendí la teoría de que el miedo lo iba a condicionar todo. El miedo a que CiU consiguiese mayoría absoluta y siguiese con su dislate separatista y el miedo de la propia CiU a no conseguirla. Especialmente, en este último supuesto. Porque la coalición nacionalista intentaría poner una cortina de humo independentista para cubrir las acusaciones de corrupción que amenazaban con complicar la vida del partido y de sus dirigentes.
El fracaso de Mas y de CiU ha sido portentoso
Y es que la corrupción en CDC era ya una metástasis que se extendía por todos sus órganos directivos y sólo, desde la mayoría absoluta, se podría mantener tapada. Y, ante esa necesidad de seguir mandando, temían que la campaña fuese sucia y aparecieran en ella los nombres de Alavedra, Prenafeta, Millet, Montull, Torrent, Padrol, Gordo, Osácar, Pujol I, II e, incluso, III... Pero, al final, no pudo ser. Y el escándalo Palau lo envolvió todo.
El fracaso de Mas y de CiU ha sido portentoso. Tan tremendo que, en esta noche electoral, no me arriesgo a vaticinar nada porque puede pasar de todo. Incluso, que Artur Mas dimita. Había convertido las elecciones en un plebiscito y ha perdido.
En cualquier caso, CiU me empieza a recordar al PSOE tras el Olvidable.
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