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¿Escoluña o Catalocia?

No deja de tener cierta gracia la coincidencia en el tiempo de la escalada soberanista de Mas y la firma del acuerdo para el referéndum para la independencia de Escocia a celebrar en 2014. De hecho da lugar a comparaciones que, no sé si serán odiosas, pero desde luego proporcionan un amplio margen para la manipulación.

Hasta la fecha las similitudes ente ambos territorios se limitaban al cliché que les atribuía una condición poco generosa, de gran predicamento en el universo de los chistes. Ahora los separatistas españoles de distintos territorios aprovechan la firma de Edimburgo para afear la conducta del gobierno español, en contraposición al carácter dialogante de David Cameron. Es una forma de verlo, pero poco ajustada a la realidad. Lo cierto es que el Partido Nacionalista Escocés llegó al poder regional con la promesa electoral de convocar un referéndum por la independencia y, comoquiera que empezó a cultivar las habituales suertes del victimismo, el agravio comparativo y la amenaza secesionista a fin de mantener una tensión de la que obtener resultados concretos (¿les suena?), el premier británico reaccionó atajando el proceso y remitiéndolo a un punto concreto. Sin dar más vueltas ni utilizar artificiosas elipsis, plantéese a los escoceses si quieren ser parte del Reino Unido o un país independiente. Se han ahorrado propuestas, planes, mesas, estados libres asociados, monarquías de diseño… La cuestión es sencilla y la respuesta lo es más: sí o no. Muy lejos, por tanto, de las formulaciones planteadas por el Presidente de la Generalitat, que adolecen del carácter quimérico que alguien premonitoriamente les atribuyó. ¿Qué, si no, se puede decir de la intención de Mas de preguntar a los catalanes si quieren ser un estado independiente en la Unión Europea? Me trae el recuerdo de lo que solía decir el Profesor Gustavo Bueno sobre las preguntas de si uno se sentía español o vasco o las dos cosas. Afirmaba el viejo filósofo que él mismo podía sentirse registrador de la propiedad de forma muy intensa, lo cual obviamente no le convertía en tal por cuanto que carecía de licenciatura en Derecho y tampoco había ganado la pertinente oposición…

Por lo tanto las enormes diferencias entre el proceso escocés y la cosa catalana no están precisamente en el talante de Cameron en contraposición con el de Rajoy. Bien es cierto que probablemente el posh prime minister ha sido más hábil que algunos dirigentes españoles y, en vez de asustar a los escoceses con el ostracismo respecto de la Unión Europea (débil amenaza para un isleño, en todo caso) ha permitido que su responsable de finanzas recuerde que tendría que preparar la factura por el rescate del Royal Bank of Scotland mientras el propio Cameron aprovechaba su viaje a las Tierras Altas con motivo de la firma del acuerdo sobre el referéndum, para visitar el astillero escocés que fabrica el gigantesco portaviones para la Royal Navy y recordar así -una vez formulada la pregunta y, de cara que los escoceses consideren la respuesta- el mensaje positivo, corto y fundamental: juntos, mejor.

Juan Carlos Olarra-Estrella Digital

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Juan Carlos Olarra