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¡El socialismo debe reaccionar ya!

Los resultados del PSC no son en absoluto buenos. Se mire como se mire, perder la hegemonía de la que disfrutaba como alternativa de izquierda al neoliberalismo del PP o CiU es objetivamente un resultado devastador. Es cierto que las encuestas advertían de unos resultados mucho peores de los producidos, y que Pere Navarro ha sido un candidato sin tiempo para definir su personalidad en el contexto electoral, y con mucho menos tiempo para encontrar un espacio político suficiente desde el que disputar una alternativa social a la política económica del binomio CiU-PP en el binomio Madrid-Barcelona.

Con todo, el PSC se ha demostrado capaz de sujetar sus impulsos más radicales en cuanto a las concepciones soberanistas que aún abundan en sus filas y cuya deslealtad ha sido manifiesta antes, durante y después de los comicios. Con esos mimbres de la burguesía divina que siempre ha querido poner una guinda estética en el partido de los trabajadores, es difícil construir un proyecto autónomo, capaz de dar valor real a los verdaderos problemas de una parte considerable de la sociedad catalana, que se ve sumergida en el empobrecimiento de la clase media y en el abandono de los sectores más débiles de la población, que han perdido la protección del un estado con la extinción  de las políticas sociales.

Los socialistas deberán decidir qué rumbo tomar, si seguir con estas veleidades que han hundido al propio Mas, alimentando a ERC, o refundar un proyecto de izquierda, que lidere los sentimientos de su propia base social y que aspire a formar gobierno anteponiendo los intereses sociales y económicos de los catalanes, a las aspiraciones ingenuas de independencia que han resultado un ridículo viaje a una falsa división social sobre sentimientos de pertenencia y patriotismo que repugnan a cualquier pensamiento libre con un mínimo de sensibilidad ideológica y de perspectiva y memoria histórica.

Nada tiene que ver este discurso independentista de hoy con la República Catalana de Companys, por más que algunos creyeran que iban a reeditar un sentimiento patriótico sin pagar un peaje durísimo por él. Puede que algunos piensen que están en condiciones de empujar al PSC en esa dirección que este domingo ha encumbrado a ERC: se equivocarían, puesto que, para empezar, ERC ya existe, y sería suicida competir por ser segunda fuerza en un espectro político gemelo de otra fuerza.

El PSC tiene un espacio perfectamente definido: debe ser la alternativa de izquierda, de izquierda sí, para una amplia mayoría que se pueda reconocer en ella por encima de debates etéreos y transversales que solo ayudan a desdibujar los verdaderos problemas de fondo de una sociedad que se enfrenta al desmantelamiento de los derechos de los trabajadores, la pérdida de posición de la clase media y la exclusión de los sectores menos protegidos desde que empezó la crisis.

Tanto el PSC como el PSOE deben hacerse responsables de la situación a la que han llevado al socialismo en España. No valen más paños calientes ni más disimulos. La penosa salida del gobierno, hace ahora un año, fue el producto de una estrategia errónea llevada a cabo durante el último año de Zapatero, que ahora pretende obviarse por la estrategia del olvido. A más tiempo transcurrido, mejores oportunidades. Nada más falso. A más tiempo transcurrido más y más contundentes derrotas electorales, mayor derrumbe de los suelos electorales y mayor desconfianza y abandono de la opinión pública y de los sectores sociales que buscan alternativas verdaderamente distintas a las políticas neoliberales del gobierno, Alemania o Bruselas, que pongan el foco en los problemas sociales.

La llamada oposición responsable se queda al margen de la realidad que viven y padecen miles y miles de ciudadanos y ciudadanas que seguirán buscando opciones electorales que tengan programas claros, respuestas claras y una alternativa sólida, capaz de impulsar el verdadero cambio al que ya aspira una gran parte de la sociedad española, precisamente la que más necesita que haya un partido que los represente porque no tienen otros instrumentos para defender sus intereses. Si no, buscarán otro partido u otras fórmulas. Como en Catalunya.

Rafa García-Rico - en Twitter @RafaGRico - Estrella Digital

Rafael García Rico