El PSOE necesita más mañana
Felipe siempre regresa y siempre es bien acogido en el partido del que es militante de base desde hace dieciséis años, como él mismo ha recordado en el acto homenaje que ayer por la mañana le tributó el PSOE, treinta años después de que pudiera formar el primer gobierno socialista de la historia de España, merced a un extraordinario respaldo electoral de diez millones de votos y una mayoría parlamentaria de 202 diputados.
Hoy, la verdad, el PSOE es otra cosa. Quizá porque muchos de los protagonistas de entonces peinan las canas, más de la vejez que de la madurez; y quizá porque el tiempo transcurrido pegado a la evidencia de la gestión de la realidad, ha despojado al viejo socialismo español de aquel aura romántica que presidía los viejos ideales de nobleza social que había sembrado Pablo Iglesias y que fueron el acelerador electoral que actúo, gracias a la memoria, en las elecciones de la Transición.
El PSOE nunca hubiera desmontado el modelo social aprovechando la oportunidad de la situación adversa
Y esa otra cosa cuyos orígenes se remontan a los propios del movimiento obrero, busca los rasgos de una identidad adecuada a los tiempos que corren sumida en un doble conflicto existencial.
De un lado, proviene, con orgullo se dice, de una etapa de gobierno en la que se incubó la actual crisis económica, y en la que en sus postrimerías se adoptaron decisiones de gobierno contradictorias con su espíritu ideológico, de tal forma que propició una terrible derrota electoral tanto por las inevitables circunstancias de la coyuntura como por las decisiones adoptadas en ella; de otro, la necesidad de fabricar su propia modernidad, instalando nuevos patrones estratégicos pero en un contexto en el que es imposible desligarse de la evidencia de una crisis que, todo hace suponer, constriñe las oportunidades. Esa búsqueda de su propia modernidad pasaría necesariamente, por lo visto, porque el electorado “olvidara” el paso del partido por el gobierno o, en todo caso, que recordara más el paso de Felipe por el gobierno que el de ZP. Y todo esto sin decirlo.
El PSOE, y eso es una obviedad, nunca hubiera desmontado el modelo social aprovechando, como hace el PP, la oportunidad de la situación adversa, sino que lo hubiera intentado fortalecer. Y sobre esa base parece que también se intentan buscar los nuevos rasgos que los identifique, sin abjurar del pasado inmediato, pero mirando más al pasado más remoto.
Sin embargo, creo que lo importante está en cómo define el PSOE el espacio que quiere ocupar, atendiendo a la recomendación de Felipe de ser mayoritarios, pero con un verdadero y consistente proyecto político en torno al que se nuclee esa nueva mayoría social. Y ese proyecto político ni puede ser circunstancial ni puede construirse apelando a la legitimidad histórica, puesto que los dos cambios sociales más evidentes que se han producido en nuestro país son el del salto generacional, por una parte, y por otra el del cambio tecnológico que impulsa una nueva conceptualización de las relaciones sociales basada en la fluidez de la comunicación y el acceso a la información.
Negar esta evidencia impostando una atención que no se contrasta con los hechos, además de una torpeza sería un salto al vacío que terminaría en golpe seguro. Y otro golpe electoral sería definitivo.
Sin un gobierno de izquierda, la actual crisis barrerá el modelo de bienestar de Felipe
Creo, además, que esas dos nuevas realidades sencillas han motivado una nueva realidad compleja más amplia: la de una nueva dinámica política que no da por buenas verdades hasta ahora muy evidentes. Y esto tiene que ver con nuevas formas de organización, nuevas inquietudes electorales y nuevas convicciones éticas y sociales que no pasan necesariamente por el modelo tradicional de partido político, liderazgo personal o discurso electoral habitual.
Ese cambio incómodo pero objetivo obliga a que el PSOE busque su identidad no tanto en la experiencia de la gestión bien hecha antaño, sino en la comprensión de los sentimientos, las formas de pensar, las inquietudes y, sobre todo, los problemas actuales y terribles de esa mayoría social que con el adjetivo “nueva” se quiere identificar para recuperar con ella el gobierno.
Sin un gobierno de izquierda, la actual crisis barrerá el modelo de bienestar de Felipe, sin duda; pero lo que es más importante, barrerá las esperanzas de cambio porque la escoba de la historia se llevará por delante los instrumentos sociales que son necesarios para domesticar a la fiera del capitalismo salvaje, que, por muy histriónico que resulte el término, existe tanto como existen las consecuencias de sus actos.
El PSOE, pues, debe dejar de mirar hacia dentro, hacia atrás o hacia las nubes. Y actuar respondiendo al presente con propuestas elaboradas mirando al futuro. Y debe hacerlo porque, a pesar de lo que quijotescamente se ladre, España cabalga en gran medida gracias a su existencia desde hace 130 años.
Rafa García-Rico - en Twitter @RafaGRico - Estrella Digital
Rafael García Rico