El espíritu del 45
Es la prueba del nueve. Si hubiera una televisión pública e independiente que tuviese como prioridad los intereses de los ciudadanos, y como temática los hechos y problemas de la máxima actualidad e interés, emitiría en hora de máxima audiencia, con previos y anunciada a bombo y platillo, la película The Spirit of ‘45, de Ken Loach.
El documental muestra los orígenes del Estado del bienestar en Gran Bretaña tras la Segunda Guerra Mundial. En él podemos ver cómo Churchill no perdió aquellas primeras elecciones de la postguerra por el desgaste del sudor, la sangre y las lágrimas. Fue porque, después de tanto esfuerzo y dolor, quienes sobrevivieron no querían volver a lo anterior que él, opuesto a los cambios, defendía y representaba. Por eso votaron al laborista Attlee, abriendo una etapa de mejora de las condiciones sociales para una vida digna y libre que continuó hasta la llegada de Thatcher en 1979, cuyos gobiernos acometieron su desmantelamiento. De entonces hasta ahora la historia es conocida.
Una película llena de testimonios auténticos, sabios y emocionantes que evoca la estela de Stéphane Hessel e ¡Indignaos! (2010), ese “alegato en forma de insurrección pacífica” que llamó a los jóvenes para que no se resignaran a perder lo que tanto había costado conseguir.
A comienzos de 2011, antes de su publicación en castellano, el panfleto ya corría por la Red, y quise comentarlo con alguien que trabajaba como analista en el entorno más cercano del poder. Recuerdo nítidamente su respuesta: “No creo que, a estas alturas, un antiguo gaullista vaya a darnos lecciones a nosotros”. Pocos meses después, la Puerta del Sol se inflamaba con el movimiento del 15-M, con su deslavazada letra pero incuestionable música.
A nosotros Hessel no iba a enseñarnos nada, pero acaso Loach se acordó de él mientras elaboraba esta estupenda película.