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Donde dije digo

Hace unas semanas dediqué un artículo a Duran i Lleida. Le describía como un brillante parlamentario, un político al que el resto de los diputados escuchan, heredero del "seny" de que hizo gala Miguel Roca en los años de la Transición. Recordaba también que Duran i Lleida siempre había sido un político "centrado" que huía de cualquier estridencia, amén de procurar tender puentes para evitar la confrontación.

Ahora mismo ya no escribiría ese artículo, ni haría esa descripción del portavoz de CiU en el Congreso. Y no lo escribiría porque me cuesta reconocer a Duran i Lleida en el político que se ha convertido en las últimas semanas.

Duran nunca se ha declarado independentista. Sin embargo, ahora avala el aventurismo de Artur Mas. Y no solo eso, le hemos visto terminar un mitin al grito de "viva Cataluña libre", como si no lo fuera. No sé si él se ha dado cuenta pero lo cierto es que con este alineamiento Duran deja de valer lo que valía. Antes podía hacer el papel de "hombre bueno", de puente entre el sector más nacionalista de CiU y el Gobierno, pero ahora, con su subordinación pública a Artur Mas, ha perdido "caché" político.

Duran ha perdido "caché" con su subordinación pública a Mas

En los aledaños de CiU me cuentan que Duran no ha tenido más remedio que emprender esta huida hacia adelante, que de no hacerlo Unió quedaría desdibujada en la coalición o tendría que abandonarla. Cuando esgrimen estos argumentos respondo que lo más honrado es marcharse si uno no está de acuerdo con algo tan importante como es nada menos que pedir la independencia de Cataluña. Porque no se trata de tener diferencias tácticas o de no estar de acuerdo en un asunto puntual, se trata nada menos que de abogar por la ruptura de la legalidad y situarse al margen de la misma para dar lugar a un referéndum en el que se vote nada menos que la independencia de una comunidad. De manera que ante un asunto así o se está a favor o se está en contra, o se trata de buscar argamasa para tratar que las partes en contradicción se entiendan, es decir podía haber optado por seguir haciendo de hombre bueno.

En cuanto al miedo de que Unió por sí sola perdiera pie electoral y no contara con suficiente apoyo de los ciudadanos, es sin duda una posibilidad, pero si fuera así entonces es peor la rendición de Duran, porque en vez de luchar por que su partido pueda tener su propia voz y caminar solo prefiere colocarse bajo el paraguas de otro para sobrevivir aunque el precio a pagar sea el de perder su propia identidad y razón de ser. Sinceramente, creo que Duran Lleida se está equivocando y el camino elegido le va a llevar a la irrelevancia.


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Julia Navarro