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Campaña bronca

La campaña en Cataluña de cara a las elecciones del próximo día 25, que oficialmente empezó el pasado viernes pero que en la práctica lleva en marcha desde la manifestación de la Diada el pasado 11 de setiembre, está dando de si lo esperado y algo más. Descalificaciones, tono bronco, brochazos de trazo muy grueso, que persiguen un doble objetivo: por parte de Artur Más y de CIU lograr la mayoría absoluta, mientras que por parte del PP y en menor medida del PSC lo que quieren es evitar esa mayoría del actual Presidente de la Generalitat. Es cierto que si Mas no consigue la mayoría absoluta podrá hablarse de un fracaso personal y político del actual líder de CIU, porque si ha adelantado en dos años las elecciones es precisamente para conseguir esa mayoría absoluta.

Pero mas allá de ese análisis centrado en la persona de Mas, lo cierto es que si nos atenemos a todas las encuestas publicadas hasta la fecha, el nuevo Parlamento de Cataluña que salga de las elecciones del 25-N va a tener una composición en la que 2/3 del mismo va a estar integrado por diputados que apuestan claramente por la independencia de Cataluña, mientras que el tercio restante estarían en contra de ese proceso secesionista.

La campaña lleva en marcha desde la manifestación de la Diada

Por eso la campaña electoral está adquiriendo una deriva radical que irá a mas en los próximos días. De momento Rajoy ha acusado a Mas de no haber tenido agallas para haber aguantado toda la legislatura; el político catalán le ha respondido al Presidente del Gobierno que el que no tiene agallas es el para convocar unas nuevas elecciones generales a las que el PP se presentara con su verdadero programa electoral y no con el que ha incumplido a base de subir los impuestos. El socialista Marcelino Iglesias se descuelga con una descripción apocalíptica de los daños causados en Europa en el siglo XX por los nacionalismos, como si fueran magnitudes comparables, por ejemplo, la Alemania de Hitler, el comunismo o los nacionalismos étnicos de los países de la antigua Unión Soviética, con los nacionalismos que tenemos en España. Todo un auténtico despropósito.

Lo único seguro es que si tal como es previsible, el nuevo Parlamento de Cataluña que salga de las urnas tiene una holgada mayoría independentista, Artur Más no dudará un segundo en seguir con su hoja de ruta, que incluirá, aunque sea ilegal, una consulta a los catalanes sobre si quieren ser un Estado independiente dentro de Europa. De poco servirá que las autoridades europeas hayan dejado claro que si una parte de un Estado miembro de la Unión se desgaja del mismo tendrá que ponerse a la cola para pedir el ingreso. Y mientras tanto, los problemas cotidianos de los ciudadanos, también de los catalanes, seguirán estando ahí, mientras que algunos políticos irresponsables se dedican a sus batallas identitarias.

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Cayetano González