Berlusconi
Resulta sorprendente que una crisis económica o financiera o de la madre que la parió, que ya no se sabe muy bien de qué va, esté sirviendo para limpiar Europa de malos gobernantes. Se llevó a Sócrates en Portugal, se ha llevado a Papandreu en Grecia, ayer se llevó a Berlusconi y el domingo que viene se llevará a Zapatero. Es como si la realidad acabara con la utopía. Como si la dictadura de los mercados acabara con la democracia de los países. Algo que puede resultar peligroso porque no se puede jugar con el filo de una navaja y esta especie de golpe de estado blando es un juego peligroso. Pero, al parecer, es la única manera que existe de resolver los problemas creados por unos dirigentes políticos que han vivido de la mentira y están arrastrando por el suelo lo más grande que había creado la Europa Unida desde su creación: el Estado del Bienestar. Curiosamente, se lo han cargado los que más lo defendían porque no han sabido hacerlo evolucionar con el tiempo y las circunstancias.
Ahora le ha tocado el turno a Silvio Berlusconi un personaje del show business que llegó a Primer Ministro italiano cuando todo daba igual porque se vegetaba en la abundancia. Tan igual daba, que Berlusconi ha vivido en el escándalo desde que llegó al poder como si tan alta magistratura fuese su propia finca o, mejor, su propio lupanar. Como Zapatero, Berlusconi confiaba siempre en su acorazada mediática para que le sacase de sus errores, de sus improvisaciones y de su política del todo vale con tal de quedarse en el poder. La única diferencia que hay entre ambos dirigentes es que la acorazada mediática italiana era del propio Berlusconi y muchos de sus escándalos estaban relacionados con la bragueta. Ahora, Berlusconi se ha tenido que ir. Ha costado pero se ha ido. Se desconocen los pactos secretos a que ha llegado para hacerlo y así evitar que no se le venga encima la justicia. Pero es igual. Ya no es. Viva Italia.
Pinocchio