Ángel Carromero
Cuba ya tiene lo que quería. Su moneda de cambio. El Gobierno de Rajoy ha tensado las relaciones con el régimen castrista, tras la permanente puesta de hinojos del Gobierno del Olvidable ZP, y Cuba necesitaba tener algo que obligase a volver a España a suavizar su postura o, al menos, a negociar.
Ahora ya tiene a Ángel Carromero. El régimen dictatorial cubano se aprovechó de un accidente del coche que conducía el político español y en el que murieron los disidentes Oswaldo Payá y Harold Cepero, y Carromero se ha convertido ahora en el cromo que necesitaba la dictadura para intercambiar.
Un accidente, por cierto, en el que aún existen muchos interrogantes. De hecho, los familiares de Oswaldo Payá nunca creyeron la versión oficial al considerar que no se trató de ningún accidente casual y no presentaron cargos contra el español.
Pero no sólo hay sospechas sobre las circunstancias del accidente. También las hay sobre la autoinculpación de Carromero que parecía obligada y sobre la imposibilidad de ir a 120 km por hora en una carretera tercermundista, estrecha, bacheada y sin señalizar en la que sólo se podía ir a 60 km. Carretera, dicho sea de paso, que dos días después del accidente apareció pintada...
Otro punto sospechoso es el papel del sueco Jens Aron Modig, quien también iba en el coche accidentado y que fue sometido a varios días de interrogatorio, pero que al final pudo volver a su país.
Ahora, en un juicio sin ninguna garantía procesal, un tribunal le ha condenado a cuatro años. Eso sí, como la condena es menor de cinco años, Carromero puede ser autorizado a cumplir la pena en España o, incluso, a ser expulsado de la isla sin mayor problema. La más beneficiosa para él sería que el Gobierno cubano le dejara en libertad expulsándole del país. El Código Penal cubano, o Ley 62, estipula en su artículo 46.3 que el Consejo de Ministros "puede decretar la expulsión del extranjero antes de que éste cumpla la sanción principal impuesta", que se declarará "extinguida". Es decir, que Carromero podría regresar a España sin que tuviera que responder aquí de ninguna responsabilidad penal.
En cambio, si el régimen castrista no quisiera expulsarle, aún le quedaría otra opción. Podría beneficiarse de un traslado para cumplir en España la condena, según un tratado de colaboración para casos parecidos entre España y Cuba.
Y esas dos posibilidades son las que hay que negociar. Era lo que buscaba el Gobierno castrista: negociar con España. De hecho, el Ministerio de Asuntos Exteriores español ya está en contacto con las autoridades cubanas para que Ángel Carromero pueda regresar a España lo antes posible.
El problema es saber ¿a cambio de qué volverá? Porque el Gobierno cubano no ha montado este numerito para soltar ahora al ciudadano español porque sí.
Y eso es lo que no se sabe. Y costará que se sepa. En cualquier caso, yo espero que del precio que se pagará por el rescate de Carromero no nos tengamos que arrepentir.
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La sonrisa de la avispa