A Guti hay que exigirle más que un taconazo
Vaya por delante que para mí el 'taconzazo de Riazor' también fue una obra de arte propia de un futbolista tan genial, desconcertante y discutido como Guti. Pero tampoco podemos obviar que el 'taconazo de Riazor' ha cobrado muchas más importancia por haber sido Guti su ejecutor y en el momento tan discutido en que se encuentra entre la suplencia y la titularidad.
Un jugador capaz de digerir con la misma actitud de rebeldía las loas por el éxito y brillantez de la jugada en cuestión que tantas portadas y programas ha acaparado que la crucifixión a la que hubiera sido sometido si la hubiera errado en la conexión con su compañero Benzema.
Un taconazo acompañado de una desproporcionada orquestación mediática ha vuelto a poner a Guti en la órbita del fútbol español. Una jugada brillante ha convertido en héroe para el madridismo a quien hasta hace bien poco era denostado como una eterna promesa.
Por su clase y talento, a Guti hay que exigirle algo más sobre el terreno de juego que uno o varios toques de distinción por partido. Guti es mucho más que eso. Más que un taconazo, un servicio medido de gol o un lance brillante cuando más arrecian las críticas y más cuestionado está como si con ello quisiera buscar la redención del aficionado y de los medios de comunicación.
A Guti, más que aplaudirle sus contadas genialidades, hay que pedirle una mayor contribución para con el equipo. Pero sobre todo hay que exigirle que devuelva todo el fútbol que atesora y que ha hurtado al espectáculo con su comportamiento indolente en los catorce años como profesional del Real Madrid. Porque a Guti hay que exigirle mucho más que un taconazo.