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Si Manuela Malasaña y los capitanes Daoíz y Velarde levantaran la cabeza…

Cada 2 de mayo celebramos el Día de la Comunidad de Madrid, tal y como quedó recogido en el Estatuto de Autonomía el 1 de marzo de 1983. Conmemoramos el Levantamiento del 2 de Mayo de 1808, en el que el pueblo de Madrid dijo basta a la ocupación francesa, se rebeló y se levantó en armas, convirtiéndose en el alma de todo el país frente a las tropas invasoras de Napoleón. Durante todos estos años, para rendir homenaje a los héroes de Madrid, se han celebrado diferentes eventos en la Casa de Correos, la casa de todos, con independencia de sus ideas, algo, esto último, que parece haber olvidado Isabel Díaz Ayuso. La presidenta regional, este año, ha decidido no invitar a ningún representante del Gobierno de España, como si se tratara de su cumpleaños y no de la fiesta institucional de todos los madrileños y madrileñas. 

 

El nuevo desplante institucional está justificado, según el Gobierno regional, en el constante enfrentamiento entre ambas administraciones, uno de cuyos últimos episodios fue la decisión del Ministerio de Defensa de cancelar la parada militar durante los actos institucionales. Aún recordamos la esperpéntica imagen del año pasado y que tanto revuelo causó, con Ayuso subida a una tarima y pasando revista a las tropas a ritmo de pasodoble y de chotis. Con buen criterio, el Ministerio de Defensa decidió este año evitarle ese bochorno a nuestras Fuerzas Armadas, librándolas del papel de figurantes del frívolo espectáculo con estética a medio camino entre la mantilla y el verde olivo, a mayor gloria de la presidenta regional. Ni es el papel ni el lugar de nuestros militares. Quizás este episodio ejemplifica como pocos el concepto que tiene la presidenta regional de la fiesta del 2 de Mayo, su fiesta particular (de cumpleaños, como decía antes), y explica como entiende que debe ser gobernada la Comunidad de Madrid, como su cortijo privado en donde sólo se admite el pensamiento único, el suyo, ni siquiera el de otros dirigentes del PP (que le pregunten a Pablo Casado y también a un Alberto Núñez Feijóo cada vez más temeroso de la “lideresa”). 

 

Cada fiesta, cada homenaje, cada aniversario es la excusa para un nuevo escenario de confrontación entre la Comunidad de Madrid y el Gobierno de España. Da igual que sea la Constitución, un homenaje a los fallecidos del 11-M o las fiestas de la Comunidad. Así ha sido desde que Isabel Díaz Ayuso es presidenta, con la alargada sombra de Miguel Ángel Rodríguez siempre presente. Dando cada vez un paso más allá para ahondar en el conflicto y crear una crisis institucional, en la mejor tradición trumpista. Atrás quedaron los años en los que en esta fecha se reivindicaban los valores de igualdad y solidaridad que surgieron durante aquel Levantamiento. Merece la pena recordar las palabras que pronunció Alberto Ruiz Gallardón, entonces alcalde de Madrid, con motivo del bicentenario del Levantamiento del 2 de Mayo: “Creo que el 2 de mayo es una fiesta importantísima, de verdad, lo que tenemos que hacer este año que, además se celebra el Bicentenario, es poner en valor que, mientras duran las fiestas, no puede haber discordias ni puede haber peleas. Lo que tiene que haber es un aire festivo, y que todos nos llevemos bien: Los políticos con los periodistas, los políticos de un partido con los políticos de otro, e incluso, ¿por qué no? Los políticos de un partido con los políticos del mismo partido”. Bien harían en el PP de Madrid de volver la mirada hacia atrás, a su propia historia, para recordar estas palabras. Por desgracia, parece que han decidido hacerlo únicamente para repetir las mismas malas prácticas de entonces.

 

Ese Madrid alegre, solidario y reivindicativo que hemos conocido poco a poco se va apagando, se va durmiendo, por obra y gracia del Gobierno regional, obsesionado con patrimonializarlo todo, y de la deriva autoritaria y ególatra de Ayuso. La paulatina degradación de los actos conmemorativos del 2 de Mayo son un reflejo de todo esto. Lo que antes era la fiesta de todos los madrileños y madrileñas, se ha convertido en una fiesta monocolor, capitalizada por Ayuso y Almeida, en la que, además se moviliza mediante carta a militantes y simpatizantes del Partido Popular para que participen en un “aplauso masivo” a la presidente regional. Pero más allá de los festejos, lo que subyace detrás de estos episodios y actitudes es algo mucho más profundo, una crisis de la Comunidad de Madrid que se manifiesta en la degradación del debate político, el desmantelamiento de las instituciones y órganos de participación ciudadana y el rechazo al diálogo institucional. Es imprescindible que reaccionemos y cambiemos el rumbo de nuestra región, volviendo a los orígenes de lo significó aquel Levantamiento del 2 de Mayo. Madrid es muy grande, Madrid es de todos, Madrid es un sitio abierto, plural, tolerante. Todo lo contrario a ese sectarismo y esa pequeñez a la que nos quiere abocar Ayuso. Si Manuela Malasaña y los capitanes Daoíz y Velarde levantaran la cabeza…