viernes, abril 19, 2024
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Entrevista a Dios

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Son la nueve de la mañana y suena el teléfono de forma repetida. Aunque me resisto a cogerlo, al final no tengo otro remedio. Se trata del director de mi periódico y se encuentra alterado.

-¡Escúchame bien!-dice emocionado-Corren rumores de que Dios ha bajado de incognito a la tierra, concretamente en el Cerro de los Ángeles y ahora se dirige hacia Madrid. Encuéntralo y hazle una entrevista. Si alguien puede reconocerlo eres tú, de eso estoy seguro.

Y cuelga.

Medio dormido todavía, me levanto, preparo un café y me pongo en marcha. Lo primero que hago, henchido de furor católico, es telefonear a la Conferencia Episcopal. Me dicen que efectivamente, han escuchado alguna noticia, pero que desconocen su paradero. Con las mismas, me dirijo en mi scooter a la Catedral de la Almudena, para ver si hay suerte, pero nada. Allí no hay nadie más que un cura medio dormido y cuatro feligresas beatas con tantos años como Matusalén.

Decidido a cumplir la misión, decido cambiar de tercio y viajo hasta la mezquita de la M-30. Me entrevisto con el Imán que se ríe de mí, expulsándome del recinto sagrado tomándome por un loco. Paso la mañana visitando templos budistas, hinduistas, de testigos de Jehová, Sinagogas, pero mis esfuerzos resultan infructuosos. Algunos han oído algo, otros desconocen el asunto, así que decido desistir y dirigirme de nuevo a casa, completamente derrotado.

Por el camino, como hace hambre, me detengo en un escondido bar del barrio de Malasaña, con el fin de tomar un pinchito de tortilla y una Coca-Cola, pero antes de entrar, en plena Plaza del Dos de Mayo, observo a un viejo de barba poblada sentado en un banco del parque, dando migas de pan a unos pajaritos. Me acerco a él y sin cortarme un pelo, le espetó:

-Disculpe señor ¿es usted Dios?

El anciano levanta la mirada mirándome conmiserativamente.

-¿Cómo se ha dado cuenta?

-Más que nada por el aura que le rodea, parece que acaba de llegar de una central nuclear.

Dios sonríe francamente. No se había dado cuenta de que aquello llamaría la atención, así que voy directo al grano.

-¿Le importaría contestarme a unas preguntas? sería el reportaje de mi vida y la verdad, las cosas no están muy bien en el oficio…

-Nadie te creerá muchacho… Pero pregunta lo que quieras-responde afablemente.

Me siento a su lado, contemplando como los pajaritos y las palomas comen de su mano. Resulta enternecedor.

-Vamos allá ¿le costó mucho trabajo crear el Universo en tan pocos días?

Se ríe con franqueza. No esperaba esa reacción.

-Yo no cree el Universo ¿No os lo ha dicho ya el científico ese de la silla de ruedas? Pero si soy su esencia. Soy todos y cada uno de vosotros, cada una de las partículas que íntimamente forman las rocas, el agua, las plantas, todo lo que existe en el universo. A la vez vosotros preexistís en parte de mí, me componéis, formáis cada una de las piezas que forman mi ser. Soy todo lo que queréis que sea.

-Bueno eso está bien-contesto un poco desairado ya que no era la respuesta que esperaba, pues se acababa de esfumar un gran titular-. Usted ha mandado a la tierra a su hijo, ha hablado con profetas ¿Por qué se preocupa tanto de un planeta tan pequeño?

-Mira hijo-responde-. Yo no he mandado a nadie, ni he hablado con nadie. Hay muchos que dicen ser los intermediarios entre los hombres y yo, pero eso es mentira. La tierra me interesa lo mismo que cualquier parte de lo infinito ¿Por qué aquí y en otros planetas no? ¿De verdad os creéis tan importantes?

Me quedo cortado. Ahora no sé qué preguntar. Acudo rápidamente a los tópicos.

-Entonces ¿Para qué ha venido usted hasta aquí?

-Bueno, de cuando en cuando me gusta preocuparme por lo que se hace pensando en mí. Y no estoy nada contento, la verdad. Os estáis pasando ya con tanta matanza en mi nombre.

-¿Es usted amor? ¿Eso es lo que nos exige?

Dios coge una paloma en su regazo acariciándola.

-No habéis entendido nada-insiste-. La vida, la muerte, el sufrimiento, la alegría, es consustancial a todo ser vivo; tan solo sois minúsculas partículas  de luz, que algunas veces se comportan como ondas en el mar. Depende del observador. El problema es que se está apoderando la maldad de vosotros y esa-aunque no lo creas-, es una fuerza muy a tener en cuenta. Puede acabar destruyendo todo lo que habéis creado con tanto esfuerzo. Vosotros… no yo. No quiero que me echéis la culpa cuando desaparezcáis.

-Perdone, pero no me ha respondido ¿A qué se debe su visita exactamente?

-He venido a dar de comer a los pajaritos.

Dios se levanta y amablemente se despide de mí. Se aleja esta vez sin aura, para no levantar sospechas. De repente me quedo solo, con unas migas de pan en las manos que arrojo al suelo y cientos de pajarillos acuden a la comida.

Vuelvo a mi scooter, pues ya no tengo hambre. Por el camino, contemplo el cielo azul sin querer, esperando que caiga una lluvia de fuego y azufre que destruya la tierra, pero no ocurre nada. Por fin, ya en casa, me percato de la importancia de las palabras que he escuchado y rompo las notas que he tomado en mi libreta.

Somos los unicos dueños de nuestro pequeño y miserable destino ¡ni más, ni menos!

José Romero

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