miércoles, noviembre 6, 2024
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El precio de la dignidad

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Cuentan los que entienden de eso que la inolvidable Iliada  que ten maravillosamente narró el gran Homero, poco tuvo que ver con el romántico rapto de Helena por Paris, el hijo de Príamo, rey de Troya. La cosa, al parecer, fue mucho más materialista y se centraba de lleno en el pago de unos impuestos excesivos. Así de cruda es la vida

El lunes sabremos si Varufakis se corta el brazo o no. Pero ni la metafórica amputación del peculiar ministro griego va a servir de mucho. La realidad es terca y ni la Historia ni la dignidad salvan nadie de saldar las deudas que han contraído en un mundo que -como queda dicho- no es demasiado distinto al de Pericles porque el comercio, los impuestos, -justos o injustos en ocasiones- sigue siendo la base de todas las relaciones. Gracia, la vieja Grecia maestra y madre de Europa, precursora de tantas cosas, dirá sí o no en el referéndum del domingo y se imponga lo que se imponga, gane lo gane, no va a ser bueno.

El gobierno de Tsipras enarboló principios en los que muchos podríamos estar de acuerdo siempre que esos principios no se convirtieran en promesas electorales imposibles y se tratara de llegar a ellos dentro de las reglas de juego que todos nos hemos impuesto en la Unión Europea. Pero no fue así. Prometió lo que no podía hacer y si Bruselas hubiera seguido ese juego, la mitad de los países podrían tomar ejemplo y terminar de esa forma nada menos que con el valor de la moneda única creando una inseguridad jurídica que se generalizaría en todo el continente y que haría más pobres a los más débiles y más ricos a los más poderosos. Cuando se necesitan con urgencia cincuenta mil millones de euros para sobrevivir, no parece muy recomendable ni echar pulsos a nadie ni empezar con amenazas.

Se ha equivocado Tsipras, no ha sabido jugar la carta de su victoria populista que hubiera tenido el apoyo de buena parte del Sur de Europa. No ha sabido negociar porque tal vez no esté seguro ni de lo que realmente quiere. Ha querido poner precio a la dignidad de Grecia y la dignidad no cotiza en los mercados. Se ha cargado de razones hablando del mandato de los que le han elegido y se ha encontrado con quienes no consentían todas sus demandas en nombre también de los que les habían elegido. Aquí cada cual responde ante los suyos y un periódico sensacionalista alemán hacía su propio referéndum entre sus lectores no por demagógico menos lógico; la pregunta era sencilla y más o menos venía a cuestionar si usted, ciudadano alemán, está  dispuesto a seguir pagando con sus impuestos a los griegos.

Si gana el «no» a Europa, corren el peligro de que Europa diga no a Grecia y si gana el «sí» a la UE, aparte del brazo de Varufakis, Tsipras se vería en una situación que casi le obligaría a dimitir y convocar nuevas elecciones, un caos que ahora mismo Gracia no se puede permitir. Nadie sabe lo que puede pasar el domingo, pero pase lo que pase no va a ser bueno y esa si es la gran tragedia griega.

Andrés Aberasturi

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