Ya habíamos oído a la Conferencia Episcopal estigmatizar el feminismo haciéndolo causa de todo tipo de males. En el último debate parlamentario, en el que se discutía la retirada del proyecto de la Ley del Aborto, una diputada del PP, Marta Torrado, acusó al PSOE de seguir empeñado en un «rancio feminismo» por defender que no se toque la actual regulación. No pondremos en duda que dentro del feminismo habrá personas rancias, como en la Orquesta Nacional o en las Cámaras de Comercio. Pero el feminismo ni lo es ni nunca lo ha sido.
Gracias a la lucha de mujeres Marta Torrado pudo decir lo que dijo desde un escaño parlamentario
Siempre fue por delante de los cambios sociales, promoviéndolos con sus demandas en la calle y frente a los parlamentos. Gracias a su lucha las mujeres conquistaron derechos básicos como el de la educación y el del trabajo, abandonando el ámbito doméstico que una sociedad patriarcal les tenía reservado en exclusiva. Gracias a su combate lograron la consagración constitucional de la igualdad entre hombres y mujeres y el derecho al voto, peleado por una mujer, Clara Campoamor, que nació un día como hoy hace 126 años. En definitiva, gracias a la lucha de mujeres Marta Torrado pudo decir lo que dijo desde un escaño parlamentario.
Es más, esas rancias feministas fueron las que demandaron una primera ley del aborto mientras el padre del actual ministro de Justicia encabezaba un recurso de inconstitucionalidad que pretendió tumbarla. Quizás haya políticos que piensen que en su oficio vale todo con el objetivo de zaherir al oponente. Pero no cabe ensuciar de manera tan burda la memoria de quienes se jugaron la libertad y la vida para sacar a las mujeres de la prehistoria y situarlas en una modernidad que algunos y algunas perecen empeñados en abandonar.
Isaías Lafuente