Al final, el déficit del Estado en 2012 se ha situado en el 6,98% del PIB, lejos de la previsión y por encima del dato oficial enviado por Madrid a Bruselas, que descubrió la trampa del ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro: ‘jugar’ a su favor con las devoluciones de impuestos de los españoles. En resumidas cuentas, mucho ajuste, pero también mucho déficit, señal de que España sigue yendo mal. Y encima anda con engaños, como ha demostrado Eurostat, la oficina estadística comunitaria.
Los números no dan porque el país sigue en recesión
Por mucho esfuerzo de ajuste que se ha hecho, sobre todo en las comunidades autónomas, los números no dan porque el país sigue en recesión, produce poco y genera insuficientes ingresos. Es el contexto en el que se mueve ahora el ministro de Economía, Luis de Guindos, que anda mendigando por Bruselas un objetivo de déficit en 2013 a la medida de España.
El Gobierno de Mariano Rajoy pretende conseguir un objetivo de déficit del 6%, no solo muy por encima del objetivo que tocaba para este año (4,5%), sino también superior al margen especial que ya se le había concedido a España, de ahí que ahora se debate entre Bruselas y Madrid si el tope está en el 5,5%, como propone la UE, o en el 6%, como prefiere España.
Este año está perdido para el crecimiento
¿Qué es lo sustancial de todo este lío de porcentajes? El crecimiento. O, mejor dicho, la falta de crecimiento. Y sin actividad es imposible cuadrar nada: ni el déficit, ni -lo que es peor- las cifras de paro, que siguen en tasas superiores al 25%. En cualquier previsión que nos pongamos, ya sea del Gobierno, del Banco de España o de la Comisión Europea, este año está perdido para el crecimiento, por lo que las dudas están en si el PIB caerá hasta un -1,5%, como teme el Banco de España, o se quedará en el -0,5%, como defiende el Gobierno. ¿Y 2014? Se supone que debe ser el año del abandono de la recesión, pero todavía es pronto para valorar la dimensión de la recuperación. Si por salir de la crisis se entiende reducir la tasa de paro, cualquier cautela es poca.
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José Luis Gómez