miércoles, abril 24, 2024
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Sexo en el Euskotren (II)

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Ella lleva una falda negra, para sentarse se la ha subido hasta un poquito mas arriba de las rodillas. Desde mi posición puedo ver sus muslos blancos, veo que lleva medias color carne, la visión de sus muslos y el principio de la media me excita sexualmente, también lleva una blusa estampada con motivos azules y una chaquetita de lana también negra con algunos adornos metálicos muy a la moda. Yo la cojo de las manos, ella sigue con su sonrisa, los ojos le brillan. Miro por la ventana, ya estamos en Etxebarri, es increíble, he perdido la noción del tiempo, de las distancias y hasta de donde estoy.

– Miguel, sigues tan atractivo como siempre.

Me habla sin perder su sonrisa ni su brillo ocular.

– Feli, ya tenemos unos años, necesitamos cuidarnos mucho más que cuando éramos mas jovencitos. Tu para mí eres una Diosa sensual, me gustas, me atraes, eres una mujer muy atractiva.

Sin perder un momento la atraigo hacia mí, ella no opone resistencia y empezamos a besarnos cómo dos adolescentes, a mordemos, y comernos con ardor.

Nos estábamos echando de menos, nos teníamos ganas. Ella se levanta y se cambia al asiento que hay a mi lado.

– Feli la próxima parada es la tuya.

– Es igual sigo contigo el viaje, tenía ganas de verte, además el negocio no es mío, es de mi hija, que espere.

– Yo también tenía ganas de verte, he quedado en Güeñes con un cliente, pero he esperado a este tren para poder verte.

Reanudamos los besos y los lametazos, somos dos animales sexuales, sin importarnos lo que pasa o suceda a nuestro alrededor.

El tiempo que llevamos sin vernos incrementa nuestro ardor y ansias de amarnos, sin dejar de besarnos, ella me acaricia mi entrepierna buscando la cremallera de mi bragueta, mis manos también se deslizan por debajo de sus faldas acariciando sus muslos, ella abre las piernas para que llegue más fácilmente a acariciar su sexo, con mis dedos sin quitarle sus braguitas acaricio su clítoris. Ella consigue sacar mi miembro duro y erecto como una barra de hierro. Feli me mira sin levantarse mucho del asiento para no llamar la atención de los pocos pasajeros que van delante nuestro, se quita sus braguitas, muy bonitas, amarillas con estampados lunares en colores, me mira muy pícara y vuelve a atrapar entre sus manos mi miembro, se lo lleva a la boca, lo absorbe y lo lame.

Dioses del firmamento ¡qué suerte tengo de poder ser el amante de esta hembra tan sexual!

Mis manos vuelven a meterse por debajo de su falda para acariciar sus muslos, mis dedos ahora con total libertad se pueden introducir en su sexo y en su ano.

Miro por la ventana, ya estamos en Usánsolo (Galdakao) nadie se ha sentado al lado nuestro ni tampoco nos han interrumpido nuestro juegos amorosos, estamos tan ensimismados que no nos importa si alguien se a dado cuenta.

En este viaje la Diosa Afrodita, nos protege para que nadie perturbe nuestra fiesta.

Feli se levanta las faldas lo justo para poder sentarse encima de mi dándome la espalda introduce mi miembro en su sexo.

El traqueteo del tren nos acompaña con los movimientos rítmicos y convulsivos, tenemos que controlar nuestros gemidos para no despertar la curiosidad de los tres pasajeros que van delante nuestro en el vagón.

El traqueteo del tren con los suaves gemidos de Feli, crean una melodía tan hermosa que se me quedará grabada en la memoria eternamente.

Ahora mi amada es Afrodita, Diosa del amor, la lujuria y la belleza. Feli me cabalga, mis manos siguen su propio guión, acarician sus muslos, sus nalgas, suben hasta llegar a sus pechos y cuello, también mi boca besa su cuello, ella sigue cabalgándome y gime, sigo su ritmo, me emociona ver cómo se excita, siento todo el calor de su cuerpo en mi pene.

Veo por la ventana que ya hemos pasado de Lemona.

Esto se acaba, no hay nada tan bueno que dure cien años.

Suavemente Feli se levanta, me besa, y con mucha tranquilidad se arregla, vuelve a ponerse sus braguitas, ahora después de haber hecho el amor está mucho mas bella, yo también me visto y como si no hubiera pasado nada, ya estamos llegando a Zornotza (Amorebieta) salimos juntos para tomarnos el ultimo café en este pueblo.

– Miguel, aunque yo esté con este hombre necesito verte.

– Yo también, cuando nos echemos de menos podemos llamarnos.

– Mi amor voy a coger el tren para Basauri, mi hija me echará de menos.

No hay nadie en la estación de Amorebieta, nos damos un beso, llega su tren sube al vagón y con una mirada muy tierna nos despedimos.

Yo ya empiezo a echarla de menos.

Envíe sus relatos eróticos a [email protected]

El Rincón Oscuro

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