viernes, abril 26, 2024
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El Parlamento y la realidad

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El Congreso de los Diputados es una cámara de vacío en donde no puede entrar la realidad española. Mediante bombas de succión de la situación de la sociedad, sus señorías crean una atmósfera inerte ajena a los padecimientos de la ciudadanía. Terminados los discursos huecos, la calle recupera la realidad.

El debate sirvió para un acto de exaltación de marianismo, entendido como la actitud política que justifica cualquier conducta mediante la evocación del cumplimiento del deber. Aplausos de quienes ya están desahuciados.

Alfredo Pérez Rubalcaba intenta resistir de su propio desahucio político

Pero la cámara de vacío del Congreso no puede absorber la realidad que circula por el exterior. Luis Bárcenas además de hacer ese gesto grosero con la mano a su regreso de Canadá -no tiene objeción judicial alguna a que visite cualquier paraíso fiscal para manejar su fortuna- tuvo tiempo para acudir al notario y certificar que los papeles de donaciones y pagos eran ciertos. Urdangarin hace como que intenta exculpar a la Corona, cuando esa implicación sería su única salvación por contagio. Los espías catalanes se ponen el casco para entrar al juzgado en donde no pueden circular en moto. Alfredo Pérez Rubalcaba intenta resistir de su propio desahucio político. Y los ciudadanos, con sus mareas verdes, negras y blancas, recuperan el espacio en libertad de las calles.

El PP, tan ocupado en el cumplimiento del deber, no encuentra tiempo para formalizar sus querellas y demandas contra quien fue su empleado hasta el mes de enero del año pasado y que limpió la caja B, llevándose, al menos, 22 millones de pesetas. Los sobres fueron el precio del silencio de quienes los recibían.

Los ciudadanos, con sus mareas verdes, negras y blancas, recuperan el espacio en libertad de las calles

La realidad del Congreso se disipa en cuanto se cierra la cesión. La Unión Europea no ha tardado en desmentir las verdades de Rajoy y eleva el déficit real al 10 por ciento. Los parados superarán pronto los seis millones y Urdangarin, entre otros, está consiguiendo un clamor por la abdicación del Rey, que es la mejor noticia para él. Mientras se pide el relevo no se proclama la República. Es esta una espiral que todavía no ha abandonado su eje de giro para explotar en las calles. Pero el huracán que anida en el corazón de los españoles toma fuerza en cada indignación añadida.

Quizá todavía no hemos perdido el miedo a que las cosas cambien. El desalojo de esta clase política generará una nueva. Ahí, en la historia de cada sociedad no funcionan las bombas de vacío mientras no se vacíe el cerebro de los ciudadanos. Creo que la caída del consumo es una buena noticia a estos efectos, porque cuando no se puede tener lo que se ofrece se empieza a luchar por lo que corresponde.

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Carlos Carnicero

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