viernes, abril 19, 2024
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El yerno

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El inefable yerno clamando en el desierto. Su inútil esfuerzo de última hora en absoluto se compadece con las evidencias paseadas por los medios y observadas con horror por cualquier lector con un mínimo de capacidad de asombro.

El ropaje real no evita la desnudez de la institución

Los desmentidos de Urdangarin tendrán utilidad en el proceso, no me cabe duda, ya que antes o después a todos les interesará que se corra un tupido velo de discreción sobre aquello que se ha vivido con impunidad y descaro. El yerno no está en los confines del universo, sino en las entrañas de la Zarzuela, y ya puede decir misa con su arrogante compostura que a nadie con un mínimo de pudor se le escapa que las argucias procesales no evitan las convicciones ante la evidencia palmaria, palpable, empírica, tal y como se presenta en este caso. Todo es presunto, sin duda. Menos la repugnancia que provoca el sujeto y todo lo que habita la putrefacción de sus aledaños.

El ropaje real no evita la desnudez de la institución. España, monárquica por herencia, y constitucional por presión democrática, no puede tolerar el vodevil de palacio ni un día más, y es una exigencia intelectual que su majestad, implicado por medio de la cortesana y de sus correos, actúe con fulminante diligencia. Que se limpie la basura aunque el hedor vaya a durar mucho tiempo más.

Rafa García-Rico – en Twitter @RafaGRico – Estrella Digital

Rafael García Rico

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