viernes, abril 19, 2024
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En libertad, pero vigilada

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Bolsa y prima de riesgo emitieron el lunes de mañana un primer dictamen sobre el rescate europeo a las instituciones bancarias españolas presas de su pasivos, que no activos, inmobiliarios. Parecía que la decisión conseguida y aceptada había logrado recuperar confianza y ánimos. Subida potente de la primera y bajada de la segunda. Pero a mediodía volvió el ataque. Un ataque cada vez es más claro sobre el euro y que se cebó de nuevo en España e Italia con el telón de Grecia el fondo. Nuestra prima sufrió un durísimo embate y el BCE siguió perdiendo el tiempo, inane.

Pero mas allá de donde pare la cuestión «prima» que ha de tener una resolución global o no la tiene, la cuestión del rescate a los bancos españoles es cuestión por si mismo y para nosotros de enorme trascendencia. Como consideración previa hay que remarcar un primer hecho. Era INEVITABLE. La situación de esas cajas, que el último decreto ley alumbrado por Guindos hizo aflorar, no se sostenía Se sabía y se secreteaba por todos lados desde hace años. «Cuando se ponga negro sobre blanco lo que tienen en suelo y ladrillo, en lo que valoraron y lo que en verdad vale, se comprobará que están quebradas» Y así fue en cuanto la realidad se abrió, forzosamente y como consecuencia de la reforma financiera, paso. No podíamos, además, en este momento afrontarla con nuestros propios medios, teniendo que pagar esos altísimos intereses de más de un 6% si íbamos al mercado de deuda. Esa era la diferencia de cuando hubieron de refinanciarse bancos ingleses o alemanes, que necesitaron incluso más dinero.

Podía, y eso intentó infructuosamente el Gobierno, conseguirse un retraso. Llegar a julio y que los nuevos sistemas europeos permitieran que hubiera un mecanismo directo sin que tuviera que andar por medio y como garante el Estado. Pero no pudo ser. Primero por el estallido de Bankia, y al lado, por la descomposición alarmante del panorama griego. Lo que había que hacer forzosamente, había que hacerlo además con toda urgencia. Ya mismo, vamos.  

Hubiera sido, desde luego en imagen, una solución menos lesiva en cuanto a prestigio ya que tras las intervenciones de Portugal, Irlanda y la citada Grecia, la palabra «rescate», en principio positiva, suena a todo lo contrario. Más bien a secuestro y país rehén que no será liberado hasta que no pague sus cuentas y que trae a la memoria eso que practican ciertas mafias con algunas «pupilas» que contrajeron deudas para llegar al «paraíso» y que luego pasan un infierno para poder escapar de sus captores. Si es que escapan.

Pero por mucho que se empeñen en confundir algunos intereses marcados por las apetencias políticas es bastante evidente que lo de España no tiene ese cariz. Que la negociación donde De Guindos y Rajoy ha sacado dentro de la dificultad una buena nota -en Bankia la sacaron de muy deficiente- ha dado sus frutos y marcado enormes diferencias. No hay intervención. Pero sí vigilancia. «Estrecha y regularmente» en palabras del Eurogrupo. No hay intervención ni rescate al uso secuestro porque se supone que estamos y llevamos tiempo en el sendero de cumplir y hacer nuestros deberes de déficit. Ese ha sido nuestro aval -aunque es mas esencial el de nuestra propia dimensión económica- pero no cabe duda de que estamos en «libertad vigilada».

En realidad ya estamos así desde hace tiempo. Y hasta puede que no sea malo. Porque no puede rebajarse ni un ápice el esfuerzo de austeridad, que no es incompatible sino prioritario al desarrollar crecimientos sanos y porque es hora de poner punto y final a estos lustros de contubernio político-económico en las Cajas. Habrá de desalojar -y exigir responsabilidades políticas y judiciales- y de una vez por todas y para siempre a toda esa camadas. Pero tampoco vendrá mal esa vigilancia añadida sobre las propias Comunidades Autónomas. No sea que vuelvan a los delirios de construir un aeropuerto en cada pueblo e instalar una facultad por pedanía.

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Antonio Pérez Henares

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