viernes, mayo 17, 2024
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El último renuncio de Zapatero

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A estas alturas de la película, una palabra sobre los renuncios políticos de Zapatero quizá sea una palabra de más. Han sido tantos… Pero, en fin, como observador de la cosa pública, no queda otro remedio que anotar y glosar su último vaivén. Me refiero al  acuerdo con Washington para que la base naval de Rota (Cádiz) sirva de estación logística al sistema de defensa antiaérea «Aegis», una versión modificada del escudo antimisiles ideado por Georges Bush Jr. y mantenido por Barak Obama. Zapatero que, como se recordará, inició su salto a la fama con un incompresible desplante a la bandera norteamericana, termina su paseo por la alfombra roja de la política española interpretando su nuevo papel de converso.

Para quienes en su día apoyamos la integración de España en la OTAN, pero recordamos la tensión política vivida en los días previos al dramático referéndum en el que Felipe González se jugó su carrera política, la ampliación de la colaboración militar con los EE.UU. no es una mala noticia. Cosa bien distinta es analizar el modo extravagante con el que el presidente del Gobierno ha llevado el asunto. El acuerdo se tejió a espaldas de la Comisión de Defensa del Congreso y culminó con el viaje presidencial a Bruselas, sede de la OTAN, para firmar el convenio, sin siquiera informar al Parlamento. Ha procedido de la misma manera que cuando decidió reformar la Constitución para introducir un límite al déficit. En aquella ocasión  el candidato de su partido (Rubalcaba) se enteró del acuerdo con Rajoy cuando ya estaba hecho. Se dice que en esta ocasión ha sido informado, pero en su entorno critican, por inoportuna, la fecha  elegida para culminar semejante acuerdo.

Tiene sentido el posible rebote de Rubalcaba, visto que el guión y los discursos de su campaña están plagados de guiños a la izquierda de su partido y a la que está situada más allá del propio PSOE y en ese mundo, como se sabe, todavía están vivos en la memoria aquellos carteles de «OTAN, no. Bases, fuera». Menudo regalo, pues para el candidato. Otro más y van… ni se sabe.

Volviendo al asunto de Rota y a la «conversión» de Zapatero al atlantismo, sólo cabe pensar que hemos tenido al frente del Consejo de Ministros a un político que llegó en agraz y se despide transmitiendo la sensación de que ha descubierto tarde que la política no era un juego. Desde luego, no aquél juego que en su día le hizo decir que cualquiera podía ser presidente del Gobierno de España.

 

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Fermín Bocos

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