Ya he comentado en otras ocasiones que la duración de esta campaña electoral será tediosa para el común de los mortales. La mayoría de los ciudadanos ya estamos hartos y eso que todavía nos queda lo peor, lo más duro que es el final, los últimos días antes de la jornada de reflexión. Es decir las jornadas previas al 20 de Noviembre. Pues para eso quedan todavía dos meses de inaguantable propaganda vacía que, seguro, habrá que variar a tenor de los acontecimientos.
Pero al margen de la longitud, preocupa el contenido, hueco, con poco gancho para los votantes, sin espíritu de superación. Lo que necesita nuestro país no es un impuesto más, para ricos o para pobres. No. Es necesario un plan global de cambios y modificaciones claras que ilusione a los ciudadanos, a los que vamos a ir a las urnas dentro de dos meses.
Y en vez de exprimirse las neuronas, de buscar nuevas formas de afrontar una crisis que nos está llevando a un precipicio muy alto, tanto que después de tres años no vemos el fondo, hablan de recortes, de impuestos y de múltiples parches para el día a día. Una visión corta que tampoco servirá para afrontar la situación en la que vivimos.
España necesita un líder en lo político y un gestor en lo económico. Alguien que tome decisiones donde haya que tomarlas, que ponga el foco en los asuntos importantes y no ande buscando votos con más cesiones nacionalistas. Ahora no es el momento de hablar del catalán, ni de la bandera, ni de los himnos. Eso ya lo estamos haciendo desde hace treinta años y no se consigue nada.
Estamos en otro tiempo, mucho más trascendente, que exige toda la concentración posible para no cometer más errores, que ya está bien, por culpa de asuntos menores, que de seguir atentos a ellos perderemos todas las batallas y todas las guerras. Las deudas nos comerán a todos, en castellano y en catalán.
Por mucho que nos digan en la campaña, por muchas promesas que nos hagan, ya hemos visto como se las gasta Rubalcaba y ZP cuando está en el gobierno: a las primeras de cambio recortes y más recortes con nulos resultados positivos. Lo mismo que tendrá que hacer Rajoy cuando llegue. No estaría de más que pensasen tomarse en serio el país y preparar alguna reforma fiscal generalizada y pactar algún recorte de gastos en lo político y en lo electoral que no afectase a los funcionarios, ni a las pensiones y sobre todo ni a la educación ni a la sanidad. Algún plan que no nos ponga lo pelos de punta a los ciudadanos cuando escuchamos que un laboratorio farmacéutico empieza a amenazar con no servir medicamentos a la sanidad griega por no pagar sus deudas. Eso si que es recorte y grave.
Lo dicho. Nos hace falta un gestor sin demagogia que ponga freno a los problemas y que cada cual hable lo que quiera.
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Pedro Fernández