jueves, abril 25, 2024
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Casillas y Xavi

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Ya sabíamos que los dos eran grandes jugadores. Xavi el dueño de la magia, del centro del campo. El hombre capaz de convertir la rutina en el mejor momento del partido. La toca de un lado a otro sin perder el balón. Me decía un amigo que Xavi no pierde la pelota desde 1990. Y es verdad. Esa es la grandeza del Barça. Sé que él no quiere hablar de eso, que se diga que es el hombre clave en esa zona de creación. Que él es el punto de referencia de todos sus compañeros. Pero lo es. Si se ven acosados por el contrario siempre está Xavi atento y bien situado para recibir y esconder el cuero, convertirlo en imposible para el adversario. Preparado para cambiar la presión del contrario en una jugada de peligro propia.

El otro, Casillas, el mejor portero. Tuve ocasión de estar con él en TVE la primera vez que le llamaron para jugar con el Real Madrid. Humilde, niño, educado, iba con su mochila de estudiante de instituto. Me impresionó. No parece lógico que un chaval de diecisiete años provoque esa sensación a un profesional maduro y curtido en las entrevistas y en los contactos con gente importante. Pues Casillas me impresionó. Su saber estar, su seguridad, la claridad de sus ideas: “Yo siempre le hago caso a mi padre”, me dijo. Y me gustó.

A partir de ahí imprescindible en la portería blanca. Cuántas veces se ha dicho que este hombre joven, madrileño, de la cantera blanca, ha salvado al equipo de perder un partido y una liga y una copa de Europa. Recordamos ahora aquel partido que empezó en el banquillo y terminó de titular, por esas cosas que tiene el fútbol, y que sirvió de consagración. De lágrimas honradas y leales, pero de consagración de lo que tenía que ser un portero comprometido con su equipo, con su afición. Casillas es la referencia madridista del momento. Que nadie lo dude. Iker está por encima, es del Madrid, como Xavi del Barcelona, pero ambos son de la Selección Española y ahí, juntos están por encima de todo.

Pues esa educación, esa sensatez tan madrileña y el seny catalán de Xavi han hecho que un hecho aislado que no debería haber dado tantas vueltas,  a no ser por ciertos intereses que no merece la pena recordar,  se convierta en un cemento imperturbable para mantener esa unidad necesaria y deportiva entre los jugadores de todos los equipos que forman la selección. Un cemento que une y que manda un mensaje al resto de los componentes de la selección. Un mensaje que, espero, todos sepan interpretar.

Xavi y Casillas, Casillas y Xavi.

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Pedro Fernández

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