Este lunes por la mañana Bildu, la plataforma independentista formada por Eusko Alkartasuna, alternativa e independiente, presentó nada menos que trescientas listas para las próximas elecciones del 22 de Mayo. El reto de los dirigentes de esta iniciativa electoral ya está lanzado. “Por mucho que miren no van a encontrar nada”, dijeron en respuesta a las lupas anunciadas por el ministro de Interior.
La suerte final de estas candidaturas no está escrita. Rubalcaba y Trillo han hablado del asunto y ahora se trata de llevar a los tribunales los suficientes indicios, los suficientes elementos de convicción para echar a atrás cualquier lista que pueda sugerir un fraude de ley. Como aquí ya tenemos todos mucha experiencia acumulada hay que saber que también los promotores de Bildu habrán puesto especial cuidado y no deja de ser un riesgo que quienes hoy aparecen limpios, realmente no lo estén tanto.
Habrá que estar a la espera de acontecimientos. Si es inquietante el reto de Bildu, que lo es, resulta no menos inquietante, por desmoralizador, que a estas alturas de la historia, PSOE y PP, objetivos preferidos de los terroristas, den el lamentable espectáculo de desunión y fricciones que nos están dando.
Si ha habido algún milagro político en los últimos tiempos, es el acuerdo por el cual el PSE gobierna en el País Vasco. Solamente habiendo sufrido el día a día de tiempos no muy lejanos se puede comprender de verdad la importancia del pacto López-Basagoiti que en estos días está viviendo sus jornadas más difíciles. No sé que pasará con las listas de Bildu, ni cuáles son los planes de ETA —ninguno bueno, eso seguro—, lo que sí sé es que a muchos ciudadanos, muchísimos, les inquieta ver cómo quienes en el fondo están unidos por la sangre que ETA ha derramado en sus respectivas filas pelean como niñatos de barrio. Podría esgrimir un listado de errores y aciertos de cada uno de los partidos o de sus dirigentes, pero no hay tiempo para echar cuentas. Sólo queda tiempo para reafirmar el único invento que, cuando funciona, da extraordinarios resultados. No hacerlo es jugar con fuego.
Charo Zarzalejos