Gaby Elizalde
En medio de la agonía política de un hombre encerrado en su torre de marfil monclovita y que le va a costar a España la ruina definitiva y el desmoronamiento de un Tribunal Constitucional que ya no aguanta ni siquiera su propio desprestigio, me he encontrado con una noticia maravillosa para desengrasar tanto drama político: una reportera mejicana, de nombre Gaby Elizalde y pinta de modelo de Wonderbrá talla 123 a vista de buen cubero, se ha hecho superpopular porque ha conseguido, sin que ella hiciese nada, que a Sara Carbonero le diera un ataque de celos.
Al parecer la tal Gaby tenía que hacerle una entrevista a Iker Casillas en Méjico y, según cuenta ella misma, "Dieron entrevistas por cita y a mí me tocó a una hora, iba yo preparada; le compramos una piñata, unos magos, una bolsita de Frida Kahlo para que se sintiera a gusto y en lo que esperaba a que saliera otro medio, estaba afuera de la 'suite' su novia Sara, nos vimos y todo, de pronto se mete al cuarto, pasa unos minutos y salen para decirme que no me iban a dar la entrevista". La Elizalde, para corroborar su versión, dice que "Resulta que cuando me iba, la persona que trajo a Iker a México, me mandó un mensaje a mi celular disculpándose por lo sucedido, y que había sido porque Sara Carbonero le hizo una escena de celos a Iker diciéndole que no quería que yo le hiciera una entrevista, y así fue, me tuve que ir".
Entiendo que la reportera mejicana es para verla con buenos y malos ojos. Entiendo que Iker no sea de piedra y que le pudiera o pudiese dar algo más que la entrevista a la mejicana. Pero, lagarto-lagarto, esto huele a montaje. Esto huele a numerito tipo Larissa Riquelme en el mundial del año pasado.
Y no digo con ello que no hubiese algún tipo de gesto por parte de Sara a Casillas, pero de eso a una escena de celos hay mucha diferencia. La Carbonero es de Corral de Almaguer, donde empieza La Mancha, y a las manchegas no les hace falta montar numeritos para retener a sus hombres, que por algo, como dijo Antonio Machado, ‘la mujer manchega es garrida y bien plantada’.
Pienso yo que a Sara le bastó con mirar al portero internacional español para que éste entendiese que ya no había más entrevistas.
Lo demás, es letra de bolero.
Pinocchio