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El estado del pacto (PSE-PP): El termómetro de Quiroga

Arantza Quiroga exponía este lunes en Bilbao el estado de la cuestión. Las urgencias para la convivencia del País Vasco. En un desayuno informativo, la presidenta del Parlamento vasco, militante del PP, eligió dos asuntos para su conferencia: la crisis en el País Vasco y los efectos que sobre ella tiene la presión del grupo terrorista ETA.

En la mesa presidencial, en un hotel céntrico de Bilbao, Arantza Quiroga estuvo arropada por los máximos dirigentes de la BBK, Mario Fernández, y de Petronor, Josu Jon Imaz, no hace mucho destacados cargos relevantes del nacionalismo vasco. Fernández fue vicelehendakari en el Gobierno de Carlos Garaikoetxea, e Imaz, presidente del PNV.

La guipuzcoana Quiroga ha desplegado su habitual estilo, que combina la suavidad en la expresión con la contundencia del mensaje. "La situación que padecen los empresarios vascos no es apenas conocida por los demás españoles". Ha hablado de la extorsión, de los más de cuarenta asesinados por la banda terrorista. Quiroga ha desplegado lecturas y citas, desde Maeztu a Monnaie, pasando por Goethe, para reclamar la libertad, no sólo por necesidad moral, y una cierta humildad: "Hay que decir a la gente que no tenemos todas las respuestas. No tenemos que tenerlas, pero sí estamos obligados a buscarlas; oírnos los unos a los otros".

La crisis en el País Vasco, la preocupación por la recuperación del desarrollo industrial, a pesar de que el paro galopante (registró un aumento de más de 40 por ciento el pasado año) se queda en un 7,8 por ciento, muy lejos de la media nacional. "La situación es complicada", explicaba la presidenta de la Cámara vasca, "pero esto servirá para hacernos más fuertes".

La cosa (política) funciona, decían entre pasillos los observadores del pacto de cambio en el País Vasco. Al desayuno acudieron políticos, empresarios y numerosos periodistas. La vicelehendakari, Idoia Mendia, el secretario general de los socialistas de Vizcaya y portavoz del PSE en el Parlamento Vasco, José Antonio Pastor, el presidente del PNV, Íñigo Urkullu y la cúpula del PP vasco, encabezada por Antonio Basagoiti. Entre las mesas, el director general de la EITB, Alberto Surio, y el director de ETB, Miguel Ángel Idígoras, el secretario general de la UGT, Dámaso Alonso y otros miembros destacados de la cúpula empresarial vasca, Confebask.

No ha esquivado los temas candentes en las preguntas. Arantza Quiroga ha dicho que siente "pena" porque el cambio político en el Gobierno de Euskadi no haya llegado a la Diputación de Álava, donde su partido es la primera fuerza política. Casi lo ha dado por perdido cuando ha hablado de la pena "porque no haya sido posible" y ha animado a su gente a "mirar hacia adelante para convencer a los electores y lograr una mayoría absoluta "para no depender de otros partidos".

El balance

La cuestión alavesa no ha pasado inadvertida en los corrillos. Nadie quiere poner palos en la rueda del acuerdo, pero algunos sostienen que lo que es bueno para la sociedad debe, también, resultar rentable, "o no caótico", para alguna de las dos fuerzas que sostienen el pacto. En esta opinión coinciden dos de los principales protagonistas políticos: Antonio Basagoiti y José Antonio Pastor. Sólo han pasado cuatro meses desde que comenzó este Gobierno. Hay tiempo para calibrar, explican con cautela, aunque para algunos vayan demasiado despacio y, para otros, corran demasiado.

Arantza no habló con medias tintas. Elogió el Gobierno de López en política antiterrorista y expuso sus reparos en materia económica, como los de que el equipo de López "gobierne con las recetas que les da el presidente Zapatero, con la improvisación que está demostrando en el Gobierno de España".

"Cada día pienso en esto"

Pero cuando quizá ha llegado a calar más su mensaje ha sido en las preguntas, al hablar de su experiencia política en el País Vasco. "Sigue habiendo personas que quieren seguir intoxicando a los jóvenes", a veces, explicaba, camuflándose en clubes deportivos. "Nos estamos jugando el futuro", advertía la presidenta a un público ya mentalizado en la urgencia de un cambio de valores. "Es el gran momento en que los ciudadanos digan lo que piensan", exclamaba. Y mientras relataba la clandestinidad de algunos militantes populares en Euskadi, la "anormalidad" de esta vivencia en un país democrático, aclaraba: "Cada mañana pienso en esto para afrontar el día y, por encima de las rencillas, me acuerdo de estas situaciones, y es lo que me mueve a trabajar día a día".

Chelo Aparicio