domingo, abril 28, 2024
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Recuperación larga y complicada

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 Cuando al principio de esta crisis de La Covid salieron ciertos colegas de profesión a decir que la salida de la crisis iba a ser en V y por tanto rápida, algunos dijimos que no iba a ser así. Nos temíamos desde el primer momento que el panorama no iba a ser tan positivo y que la salida de la crisis iba a ser más larga y complicada. Ya se tiene claro que va a ser así. Varios Organismos nacionales e internacionales, desde el Banco de España hasta el FMI pasando por la AIReF, ya dejan claro que es más que posible que los pronósticos gubernamentales no se cumplan y el futuro sea bastante menos prometedor de lo que se nos dice.

La Ministra de Economía y Transformación Digital ha dicho que sus previsiones confirman que se ha iniciado la recuperación. Las previsiones no confirman nada, lo que confirmarán o no serán los datos. Y como digo no parece que nos vayamos a encontrar con unos datos para ser optimistas. De hecho, el cuadro de previsiones macro del Gobierno, empeora el anterior de manera clara y se va a seguir quedando corto. La producción industrial ha descendido un 5,7% en agosto y se moderan las caídas por cuarto mes consecutivo, pero sigue cayendo. Lo que avanza que sigue la caída de la actividad, aunque se va reduciendo ese descenso.  La caída del PIB será superior al 11%, el paro será mayor y binomio déficit-deuda también. España va a perder el tren de la recuperación de la UE. Algunos ya lo alertamos hace meses cuando comenzó la pandemia, ahora es fácil vislumbrar un poco prometedor futuro. Y aún así como digo, el gobierno y el consenso se van a quedar cortos. Según nos dice el gobierno España va a recuperar el PIB y el empleo que existía en el 2019 en el 2022. Se trata de una previsión muy optimista. Tal como va la pandemia y la falta de gestión de la misma, habría que pensar más bien en el 2023 o incluso 2024. Un lustro de crisis. Dicho lo cual, el gobierno juega con un punto a su favor. El BCE va a comprar este año entre 120-130 millones de euros y veremos lo que pasa en 2021. Aunque la economía española esté comatosa, descolgada de la recuperación y sin plan alguno de consolidación fiscal, en la UE no se ha intervenido nunca una economía del tamaño de España. Este es un serio problema desde un punto de vista financiero. No es lo mismo intervenir a Grecia que a España. La UE no dejará que España quiebre. Y ahí está también el BCE.

Con respecto al gasto es verdad que estamos escuchando muchas cosas que llevan a la equivocación. Se lee en los últimos días con mucha frecuencia que el gasto corriente aumenta un 53%. No es así, el gasto corriente no va a aumentan un 53%. Más del 80% de la subida del techo de gasto es para hacer inversiones con la ayuda europea y para compensar la caída de recursos de la Seguridad Social y las Comunidades Autónomas. Los fondos europeos son el 40% de la subida del techo de gasto. Hay un 46% que son transferencias a la Seguridad Social y a las Autonomías para compensar sus presupuestos. El techo de gasto genuino del Estado ‘sólo’ aporta el 13,4% de la subida del techo de gasto (que no subida del gasto). La transferencia a la Seguridad Social replica la que se ha hecho este año y que fue para cubrir la caída de los ingresos. En cuanto a la transferencia a las Comunidades Autónomas, sirve para cubrir déficit, una parte generado por la caída de ingresos, tanto por tributos cedidos como por precios públicos. No es lo mismo aumentar el gasto corriente que aumentar el déficit por la caída de los ingresos. Claro que también aumenta el gasto para compensar los costes de la pandemia, como ERTE o ceses de actividad. Pero el grueso del nuevo techo de gasto no es nuevo gasto corriente ¿Quién va a pagar todo esto? Las transferencias de la UE son a fondo perdido, no hay que devolverlas. Las transferencias a otras Administraciones Públicas, con deuda. Por tanto, veremos subidas de impuestos. La deuda acumulada hasta ahora más toda la que estamos sumando con la crisis de La COVID, equivale a unos ocho años de las pensiones futuras de la generación del “baby boom”. Esa es la gran deuda. En todo caso, en unas semanas podremos hacernos una idea cuando manden a Bruselas el plan presupuestario.

Nadia Calviño ha argumentado que los bajos tipos de interés han animado al gobierno a gastar. Es obvio que todo esto lo pagarán las futuras generaciones, una falta absoluta de solidaridad intergeneracional.  Lo que dure esa caridad exterior debida a la importancia y tamaño de un país como España y es más que previsible que perdure, será el tiempo en que no tengamos que pronunciar esa maldita palabra: quiebra.

 

Álvaro Lodares

Álvaro Lodares

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