jueves, marzo 28, 2024
- Publicidad -

Historias (pero que muy reales) de espías

No te pierdas...

Vamos a vivir momentos de gran tensión informativa en la semana que comienza. Incluyendo las presentaciones de libros de memorias de expresidentes del Gobierno en los que se contienen revelaciones más o menos sensacionales, con mayores o menores veladuras de la verdad. Una semana en la que los socialistas celebrarán una Conferencia de la que, la verdad, no sé -sospecho que en el propio PSOE no lo saben–si debemos esperar mucho o poco. Una semana en la que, en fin, seguiremos hablando mucho de espionaje. De esas historias de espías que ningún novelista, ningún escritor de argumentos cinematográficos, hubiera osado jamás llevar a un libro o una película, por lo inverosímiles que parecen. Y el caso es que esas historias, reveladas por un joven, con cargo de segunda categoría en los ‘servicios especiales’ de la mayor potencia del mundo, son reales. Pero que muy reales. Y el jefe de los servicios de inteligencia, o sea del espionaje, de este país tendrá que dar muchas explicaciones este miércoles en el Congreso de los Diputados como consecuencia de esas revelaciones de ese joven hoy exiliado en Moscú. Aunque, la verdad, sospecho que el general Félix Sanz Roldán va a dejar a las señorías que asistan a la comisión parlamentaria de secretos oficiales con muchas más preguntas que respuestas. Así que ya ve usted, amable lector: menuda semanita.

Estas historias de espías impregnan todo el resto de la actualidad

Ocurre que, en mi opinión, estas historias de espías impregnan todo el resto de la actualidad; incluso las memorias del expresidente Aznar rememoran la cooperación de ‘los servicios’ norteamericanos en momentos cruciales, bien sea en la lucha contra ETA, bien para aclarar la autoría de la matanza de aquel tristísimo 11 de marzo. Lo que viene sucediendo en los últimos años, desde Julian Assange hasta Edward Snowden, es que se nos ha revelado la potencia de los estados sobre los individuos, la existencia de uno o varios Grandes Hermanos que vulneran la intimidad a la que creíamos haber accedido gracias a los avances tecnológicos. Que son, precisamente, los que atacan, sin duda ilegalmente pero con el beneplácito oficial, nuestra privacidad. Y esa necesidad de escuchar lo que otros no quieren que se sepa se extiende también a partidos (mire usted lo que ha ocurrido en la peor Cataluña con Método 3), a empresas (la rivalidad comercial está en la base de todo espionaje), a todo.

Yo creo que la desconfianza de los ciudadanos en sus representantes políticos tiene mucho que ver con esa sensación de que, tras lo publicado, lo público, prima siempre lo impublicable, los tejemanejes ocultos. ¿Para qué va a acudir el director del CNI al Parlamento si él, que es el encargado de guardar los secretos propios y de tratar de descubrir los de los demás, no va a poder hablar de tantas cosas ante una Cámara cuya función es, precisamente y por definición, la de parlamentar, hablar? Ya sé lo que va a decir el por otra parte impecable general Sanz Roldán: que los servicios de inteligencia españoles actúan siempre dentro de la legalidad y, eso sí, colaborando con sus colegas de los países amigos. ¿Espió el CNI por cuenta de la NSA? Eso, querido lector, ni lo sabremos el miércoles ni nunca, más allá de lo que nos llegue en nuevas ‘entregas’ de Snowden.

Sé que me repito, pero cada día es más patente que hay que gobernar a los ciudadanos de otra forma, y no me refiero solamente a España, que, por supuesto, también. Aplaudiré hasta con las orejas cualquier programa político, cualquier proyecto, que plantee en toda su crudeza y desarrolle en todas sus dimensiones esta necesidad de cambio radical en formas y actitudes desde el Estado hacia los individuos. Pero, lo mismo que pienso que todos los gobiernos nos han espiado y nos espían, no sé si con la NSA o con demonios familiares pagando las facturas, creo que nadie, ni la inminente Conferencia socialista, ni el ya pasado congreso del partido-revelación UPyD, va a aportar al gran debate nacional esos planteamientos nuevos y frescos. Es muy difícil, desde el poder, desde cualquier poder, renunciar a los micrófonos privilegiados, a esa sensación de omnipotencia e invulnerabilidad que da el controlar la vida de los ciudadanos que, total, siguen votando y pagando impuestos. Y que siguen, inconscientes, hablando libremente de sus cosas por teléfono, como si estuviesen seguros de que el Gran Oído no les escucha.

Fernando Jáuregui

Relacionadas

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

- Publicidad -

Últimas noticias

- Publicidad -